Crisis Vivienda
Comprar una habitación por 90.000 euros: el último síntoma del delirio inmobiliario
No es una exageración ni una distopía. En Barcelona ya se venden habitaciones como si fueran mini pisos, con escritura y todo. Por 90.000 euros, los compradores se hacen propietarios de un único cuarto dentro de una vivienda compartida. Un espacio propio, sí, pero entre paredes ajenas.

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La nueva frontera del mercado: una habitación en propiedad. Este fenómeno —que ya ha comenzado a extenderse por otros puntos del país— se presenta como "la alternativa realista" ante unos precios que ahogan a buena parte de la población. Una vivienda media supera los 650.000 euros, una cifra impensable para la mayoría. Así que, ante la imposibilidad de tener un piso, muchos optan por comprar solo una habitación.
"Solo tienes una habitación en propiedad"
El problema es que esa "solución" abre la puerta a un terreno peligroso, sin apenas protección jurídica ni garantías reales.
"Lo que compras es un trozo simbólico de una casa", explican los expertos. "No hay una regulación específica que proteja al comprador. Y si hay conflictos con el resto de propietarios, el caos está servido".
La periodista y colaboradora de Espejo Público, Samanta Villar, lo tiene claro: "Esto no solo va a atraer a personas vulnerables desesperadas por tener algo propio, sino también a especuladores que verán una oportunidad para aprovecharse de esas debilidades. Es un reflejo brutal de la desigualdad y de la falta de soluciones estructurales".
Un negocio que huele a especulación
Para Fernando de los Santos, portavoz del Sindicato de Inquilinas, el fenómeno es una muestra más de cómo el mercado está descontrolado: "Son objetos de inversión, de especulación. Alimentan la burbuja que estamos creando. El alquiler sigue desregulado y quien alquila —o compra— una habitación no tiene ninguna de las pocas protecciones que ya existen en el mercado tradicional".
De los Santos lanza un mensaje claro: "La única solución es resistir este afán especulativo de unos pocos. Porque si normalizamos esto, pronto el derecho a la vivienda será una anécdota".
Cuando tener casa es un privilegio
El caso de las habitaciones en venta no es una anécdota aislada, sino un síntoma más de una enfermedad estructural: la crisis de acceso a la vivienda.
Mientras los sueldos apenas suben, los precios se disparan y los jóvenes se resignan a alquilar eternamente, el mercado inventa fórmulas cada vez más creativas —y más absurdas— para seguir girando.
Comprar una habitación por 90.000 euros ya no suena tan raro. Lo raro es que haya quien siga creyendo que esto es sostenible.
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