El descontento del electorado francés con Nicolas Sarkozy comenzó la misma noche en que fue elegido presidente, cuando Sarkozy fue a celebrarlo a un exclusivo restaurante de París mientras sus seguidores el esperaban en la calle. Su azarosa vida privada, su boda con la modelo Carla Bruni y su excesos fueron el principio de desencanto. Pero han sido sus políticas económicas y la falta de resultados el detonante de la caída de su popularidad.
Sarkozy ha basado su campaña en el peligro que supone que la izquierda gestione la crisis económica. Han sido continuas las comparaciones a la situación que atraviesan los vecinos del sur, sobre todo España: "La situación que conocen bien nuestros amigos españoles, despues de la que han conocido nuestros amigos griegos, nos hace darnos cuenta de una realidad: tras siete años de gobierno socialista, mirad cual es la situacion de España", aseguro en sus mítines.
Y en la recta final también ha echado mano de los temas clásicos que obsesiona a la ultraderecha: la seguridad e inmigración. El gran favorito es el socialista ,Francois Hollande, un hombre con muchas tablas en la gestión de su partido pero sin experiencia de gobierno. Aún así, el ex presidente, Jacques Chirac, opina que Hollande es un verdadero "hombre de estado".
Su suerte se echó el año pasado, en Nueva York, cuando un escándalo sexual acabó con las aspiraciones del que se perfilaba como líder de los socialistas, Dominique Strauss Khan. Hollande, que se considera un político prudente con vocación de consenso, consiguió superar las primarias de su partido.
Hollande consciente de que el futuro presidente tendrá que bregar con la crisis económica propone renegociar el tratado europeo de austeridad y que el Banco Central Europeo financie con créditos a bajo coste a los países en dificultades, al igual que ha hecho con los bancos.
Bajo el lema "El cambio es ahora", el socialista apuesta por una Francia más solidaria, subiendo impuestos a las rentas más altas:"Todos debemos realizar un esfuerzo, pero ese esfuerzo será repartido justamente. Habrá una reforma fiscal que afectará a las rentas más altas", afirmó.
Marine Le Pen se presenta como la renovación de la ultraderecha que durante año lideró su padre. La candidata del Frente Nacional ha modernizado su partido sin perder la esencia de su mensaje : nacionalismo a ultranza, proteccionismo económico , control de la inmigración y vuelta la franco.
El discurso de esta abogada y eurodiputada que se presenta como la candidata antisistema ha calado hondo entre los jóvenes veinteañeros.