Las balas sirias han traspasado la valla metálica que rodea el campamento de Kilis, construido por las autoridades turcas a poca distancia de la frontera.

Los refugiados denuncian  que ha sido un ataque premeditado contra ellos. Otros testigos dicen que el tiroteo comenzó cuando los soldados sirios disparaban a decenas de personas que intentan llegar a Turquía. El gobierno de Ankara, que acoge a 25 mil refugiados sirios, ha reaccionado con cautela.

El primer ministro turco, Tajic Erdogan, ya ha advertido que Turquía tomará medidas si el régimen de Damasco mantiene una actitud hostil y no cumple con el compromiso de alto el fuego acordado con el mediador de la ONU. A sólo 24 horas de la entrada en vigor del alto al fuego los combates se intensifican.

Lejos de replegarse, los carros de combate bombardean las zonas rebeldes. Para retirar sus tropas, el presidente Al Assad, exige ahora que la oposición se comprometa por escrito a deponer las armas, "Si el ejército se retira, los grupos armados se harán fuertes en estás zonas y esto supone una amenaza para la seguridad pública". La oposición ha rechazado esta nueva condición y a esta hora parece inviable un cese de las hostilidades.