Cuando se cumplen quince meses del inicio de lo que ya se considera una guerra civil, Naciones Unidas reconoce el fracaso en su plan de alto el fuego. La comunidad internacional se muestra dividida ante este conflicto que ya ha causado más de 12.000 muertos, un millón de desplazados y de consecuencias imprevisibles.
Han sido quince meses, en los que el régimen ha alternado el anuncio de medidas conciliadoras con una represión que ha causado al menos 12.500 muertos y un millón de desplazados.
Episodios como la matanza de Houla, han alarmado fuera del país, aunque los tímidos intentos de la comunidad internacional de frenar lo que ya hoy se considera una guerra civil son boicoteados por Rusia y por China... Potencias, que responsabilizan por igual a gobierno y rebeldes de esta situación, por lo que exigen una salida negociada...
"Que permita una situación con o sin Bashar al Asad, pero que permita una evolución que no se considere una salida impuesta desde fuera" asegura el profesor Félix Arteaga, investigador del Real Instituto Elcano.
Es por lo que de momento se descarta una ofensiva internacional como la que actuó en Libia. Existe el temor a la reacción de Irán, el gran aliado de Bashar al Asad.
"Irán vería la señal de que en el fondo se va a por ellos y esa constatación le obligaría, como también le puede ocurrir al régimen de Bashar al Asad, de morir matando" agrega el profesor Arteaga.
De generalizarse el conflicto, además de la llegada del terrorismo internacional y de células paramilitares, hay otro factor que obsesiona a Occidente...
"Controlar los depósitos de armas del régimen, que hay muchos, convencionales y químicos que también preocupan y evitar que caigan en manos de los particulares como ya pasó en Irak o como ya pasó en Libia" sentencia Félix Arteaga.
A pesar del desgaste sufrido, Al Asad, aún se muestra sólido frente a una oposición totalmente fragmentada que depende imperativamente de la ayuda exterior.