Pero ese líder histórico tiene ahora serios problemas de popularidad, debido a la crisis. La buena noticia para Obama es que los republicanos están divididos, y no tienen un líder claro. Calculando la jugada ha iniciado Obama el año de cuenta atrás en el que sólo una cosa parece segura, no va a ser una marcha triunfal, al menos no para el.
En política exterior todo le ha ido razonablemente bien, pero precisamente por eso lo único que cuenta es la economía y esta crece poco, y no lo suficiente para generar empleo. Obama puede alegar que recogió un país en añicos y que los republicanos le torpedearon sus iniciativas pero teme que más crispación ahuyente a los votantes de centro que son quienes de verdad deciden.
La cosa cambiaría si la economía repunta, aunque sólo sea un poco. En ese escenario la experiencia dice que se multiplicarían los opciones del presidente, de los últimos diez que intentaron ser reelegidos siete lo consiguieron.
Los republicanos aun tienen que aclarar su duda fundamental si quieren al candidato que más les gusta a ellos, aunque sea tal vez radical para la mayoría del país , o uno más moderado que al partido le despierte menos pasión pero sea más próximo a los votantes indecisos.