Cincuenta mil personas volvieron a la calles de Sao Paulo y de las inmediaciones de Río de Janeiro para protestar por el alza del valor del transporte, criticar la corrupción y reclamar mejores servicios públicos. Un pequeño grupo de manifestantes atacó la alcaldía de Sao Paulo y obligó a la guardia municipal a refugiarse dentro del edificio.
Posteriormente lanzó vallas y objetos contra las ventanas, provocando la ruptura de varios cristales, y pintó grafitis en las paredes. Sin embargo, poco después otro grupo de manifestantes restableció las vallas frente al ayuntamiento e hizo un cordón humano para evitar los actos violentos contra el edificio, mientras gritaba "sin violencia".
En las movilizaciones de esta jornada participaron 50.000 personas, según el Instituto Datafolha, después de que el martes unas 65.000 personas se manifestaron en la ciudad. Los participantes ocuparon la céntrica Praça da Sé, frente a la Catedral de Sao Paulo, y algunas de las vías adyacentes.
Los integrantes de la protesta abuchearon a personas que llevaban banderas de partidos, en un intento de mantener la movilización sin una adscripción política. A continuación avanzaron hasta el Ayuntamiento, cercano a la Praça. Los manifestantes quemaron un muñeco que por un lado tenía la cara del alcalde de Sao Paulo, Fernando Haddad, correligionario de la presidenta Dilma Rousseff en el Partido de los Trabajadores (PT), y por el otro la cara del gobernador del estado, Geraldo Alckmin, dirigente del opositor Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB).
Otra movilización también llegó a la Avenida Paulista, donde el jueves pasado un enfrentamiento provocó decenas de heridos y detenidos y en donde fueron grabadas las imágenes de policías agrediendo a manifestantes que dieron fuelle a las protestas.
Es la sexta concentración en Sao Paulo desde que a principios de mes el Ayuntamiento subió el precio del transporte público de 3 reales (unos 1,5 dólares o 1,12 euros) a 3,2 reales (unos 1,6 dólares o 1,19 euros), lo que inició el movimiento.