La corrupción marcó el cara a cara entre Mariano Rajoy y Alfredo Pérez Rubalcaba, en el que fue su primer debate sobre el estado de la nación como presidente, uno, y como líder de la oposición, el segundo.
Aunque el Rajoy, en su primer discurso ofreció un endurecimiento de las penas a los cargos públicos condenados por corrupción, el tema, como era previsible, no quedó ahí.
Rubalcaba no dejó pasar su oportunidad para hablar del caso Bárcenas y cargó contra el PP y contra el Gobierno por escándalo derivado de las cuentas del extesorero en Suiza y sus apuntes sobre una supuesta contabilidad B del Partido Popular.
"¿Cree que se puede gobernar un país en crisis pendiente cada mañana de que a Bárcenas le dé un ataque de sinceridad? No, por eso le pido que dimita", recalcó Rubalcaba.
Estas palabras abrieron la caja de los truenos y las réplicas y contrarrépicas posteriores se llenaron de ataques contra la limpieza de uno y otro partido.
Así, si Rubalcaba insistía en pedir la dimisión de Rajoy, éste respondía diciendo que no quería lo mismo para Rubalcaba, pues ya dentro del propio PSOE se lo piden.
Además, el presidente del Gobierno recordó al principal partido de la oposición el caso Filesa: "Mi partido no ha sido condenado por financiación irregular, el suyo sí".
En su turno de respuesta final, Rubalcaba reconoció el caso, pero rememoró que, hace 20 años, el PP logró salir ileso del caso Naseiro, predecesor en el cargo de tesorero del PP. "Se libraron y no aprendieron", dijo Rubalcaba.
En todo caso, y más allá del intercambio de golpes, uno y otro trataron de dejar algunas propuestas para luchar contra el descrédito de la clase política entre la población.
Rubalcaba se mostró dispuesto a apoyar las nuevas leyes prometidas por Rajoy y le propuso la creación de una comisión independiente, formada por personas de reconocido prestigio, que se encargue de realizar el diagnóstico de los problemas y proponer soluciones.