Un poblado ex narco

"Nos enganchábamos porque vivíamos con ella. Mi propia familia vendía la droga", hablan los patriarcas de un poblado auto rehabilitado

Llegaron a O Vao (Pontevedra) en 1966. Se asentaron en los alrededores de una fábrica de celulosa. Entró en España la heroína, primero, la cocaína, después. Pronto, estos gitanos derivaron su oficio obrero a la venta de drogas. Construyeron un paisaje chabolístico aislado, que se convirtió en uno de los puntos calientes del sur de Galicia. Ahora, los patriarcas señalan y destierran el mínimo atisbo de menudeo.

Patriarca del poblado

Publicidad

El asfalto parece virgen. No se atisban signos de nueva vida ni parcheados. Baches como bañeras y mucho ojo al volante. Mirada clavada en el horizonte. La llovizna y el vaho nos impiden ver bien. Desaceleramos. Las ruedas sortean los agujeros de la empinada subida. La carretera se estrecha. Aparece una furgoneta cuya velocidad nos hace entender que domina el terreno. No cabemos los dos vehículos.

-Buenos días, ¿Qué buscáis?- Nos objetan. -A los patriarcas del poblado. Queremos hacerles una entrevista-. ¡Ah! ¿De la tele? Seguid subiendo-. Llegamos a O Vao de Arriba (Poio). Un viaje a la escenificación más real de los conflictos morales del ser humano. Vamos a adentrarnos en la disyuntiva ancestral de la elección entre el mal y el bien. Estamos a punto de certificar que, decantarse por lo segundo, merece la pena.

La voz del patriarca

"Lo que no han conseguido las autoridades, lo hemos conseguido los patriarcas". Miguel Casal es la voz autorizada. Antes de reunirnos con él, nos reciben unos paisanos del poblado con extrañeza. Amablemente, nos indican que cuando llegue el patriarca decidirán si podemos bajar la cámara del coche. "Aquí durante mucho tiempo ha habido redadas, registros, detenciones, a causa de las drogas. Un día decidimos reunirnos los patriarcas para que ya no se vendiera más".

En un mundo entregado a las dificultades burocráticas que hacen de cualquier trámite rutinario un laberinto sin salida para muchos mortales, la voz de la experiencia por bandera. La sapiencia de los mayores como camino a seguir por las generaciones venideras. Un encuentro entre las voces más curtidas y maestras puso fin a décadas de delincuencia. "Era despertar y ver cien yonquis subiendo desde desde el centro de Pontevedra. Hemos crecido en este ambiente". Los más jóvenes que habitan estas chabolas han jugado al fútbol entre jeringuillas, papelinas y regueros de sangre.

"Esta nave estaba llena de toxicómanos a todas horas. Nos compraban la droga y se la metían aquí". Se trata de los restos de una antigua fábrica en la que sus abuelos asentaron el poblado. Ahora es aparcamiento para todas las familias. Estos gitanos veinteañeros tienen claras las directrices de sus superiores. "Palabra de patriarca es palabra de Dios". El propio Miguel Casal les avisa. "Si alguien del poblado volviese a vender, se tiraba de aquí (destierro). Estamos comprometidos con las autoridades a que aquí no se va a vender jamás en la vida. No se volverá a trapichear".

Vidas perdidas

En una de las primeras chabolas de madera vive otro de los veteranos. La familia Salazar Montoya ha echado sus raíces en O Vao. De manera literal. La 'choza' en la que (mal)viven está debajo de varios eucaliptos cuyas ramas han derribado en varias ocasiones el techado. Una estufa trata de mantener la infravivienda climatizada. Humedades, y peligrosos empalmes eléctricos entre el sofá y las camas.

"Nos enganchamos porque vivíamos con ella. Yo era un niño. Aquí vendía droga todo el mundo. Mi propia familia". A Emilio Salazar le duele el paso de la vida. Le ha tocado enterrar a muchos amigos y familiares que caían en las garras del caballo. Reconoce haber encontrado en Dios la salida de un mundo muy oscuro. Hace unos años, los propios gitanos construyeron el lugar del culto. Una iglesia evangélica donde elevan sus alabanzas en notas flamencas que ponen la piel de gallina a cualquiera. Santi, el hijo de Emilio, nos deleita con un 'quejío' sobrenatural antes de despedirnos.

Las pagas, la vendimia y la chatarra

Las temporalidades van salvando el nuevo rumbo de esta barriada. Quieren vivir en comunidad, construir un futuro más luminoso y rehabilitar el poblado, pero carecen de recursos económicos. "Cuando llega la época de la vendimia, ahí que vamos todos. Es difícil encontrar otros trabajos cuando vienes de una zona tan marginal y tan señalada".

La recogida y venta de chatarra es otra de las salidas, aunque la mayoría de los gitanos que habitan O Vao viven de la renta mínima vital. Nos quedamos un ratito más conociendo algunas historias. Mujeres que visten luto y mandil se acercan mientras reposa el puchero.

Ha costado que ellas contesten a alguna de nuestras preguntas. Se sueltan algo más. Nace un cante desde la ventana de una antigua fachada. Tímidas palmas a compás. ¡Aleluya! Rezan las alabanzas en forma de canción. Se encomiendan a Dios y nos piden visibilidad antes de marcharnos. Eligieron hacer el bien en un contexto propicio para seguir la senda de sus antepasados, la delincuencia. Sus ojos reclaman misericordia. Nosotros hemos puesto el espejo. En el reflejo, una cuestión. Las segundas oportunidades.

Puedes ver 'Espejo Público' completo en AtresPlayer.

Antena 3» Programas» Espejo Público» Noticias

Publicidad