Mario, un joven afectado por los retrasos del AVE: "Había bebés recién nacidos sin comida ni agua caliente"

Las imágenes que dejó la estación de Atocha en la madrugada del domingo al lunes dibujan un escenario desolador: familias atrapadas, trenes inmóviles durante más de doce horas, viajeros exhaustos y bebés sin alimento. Todo comenzó con una cadena de robos de cable en la provincia de Toledo, calificados por el ministro de Transportes, Óscar Puente, como "un acto grave de sabotaje".

Los robos, localizados en cuatro puntos distintos entre Manzaneque y Los Yébenes, provocaron un colapso total en la línea de Alta Velocidad entre Madrid y Sevilla, afectando a unos 10.700 pasajeros y paralizando 30 trenes. A esta situación se sumó un enganchón de un tren de la compañía Iryo, que terminó de romper la catenaria y agravó la emergencia técnica. La suma de ambos incidentes desencadenó un caos sin precedentes en plena operación retorno del puente de mayo.

Renfe advirtió que todos los trenes en Atocha se retrasarían

Renfe pidió a los pasajeros que no se presentaran en Atocha hasta después de las ocho de la mañana del lunes. Sin embargo, decenas de viajeros pasaron la noche varados en los vagones, en condiciones extremas. Entre ellos estaba Mario, un joven universitario que compartió su experiencia en Espejo Público: "Yo tampoco lo he pasado tan mal, pero había bebés recién nacidos, sin comida, sin agua caliente, los padres estaban agobiados y lo han pasado mal".

Sin luz ni comida

El tren de Mario partió a las ocho de la tarde y no llegó a destino hasta las 8,30 horas. Durante esas doce horas y media, los pasajeros permanecieron sin luz, sin comida y con escasa ventilación. "No teníamos luz, a oscuras estábamos, todos a oscuras. Había mucha gente dormida, pero había más gente que optaba por irse al principio del vagón, que estaban las puertas abiertas y salía un poquito de aire".

El relato de Mario refleja una gestión de emergencia insuficiente. "La Guardia Civil proporcionó un poco de agua caliente para los bebés, pero ya está. A los demás no nos han podido proporcionar comida ni nada". La única solución llegó de madrugada, cuando el tren fue finalmente remolcado por un vehículo diésel tras horas de inmovilidad.

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