Mitt Romney se hizo con seis de los diez estados que votaban por un candidato republicano en el Supermartes, una jornada que le otorgó el crucial Ohio pero no bastó para definirle como el favorito indiscutible de la carrera.
El exgobernador de Massachussets logró mejorar su aritmética en una jornada en la que estaban en juego 419 delegados en la carrera republicana a la presidencia de Estados Unidos, de los que buena parte se sumará a los 203 con los que Romney contaba hasta ahora.
Romney conquistó las urnas en Virginia, Vermont, Massachusetts, Idaho, Alaska y el estado clave de Ohio, del que dependen 66 delegados. La batalla por Ohio, donde la victoria ha sido históricamente una condición para llegar a la Casa Blanca, se convirtió en un ajustado pulso entre Romney y su mayor rival, el ex senador Rick Santorum, que duró hasta pasada la medianoche, cuando, con apenas 12.000 votos de ventaja, los medios de EEUU proyectaron como ganador al primero.
El voto urbano de Ohio fue decisivo para el triunfo de Romney, cuyos anuncios en las ciudades convencieron a los votantes de altos ingresos, mientras Santorum se enfocaba en convencer a los ciudadanos de bajo nivel adquisitivo.
Desde Massachussetts, donde logró una amplia victoria, Romney reiteró su advertencia de que EEUU no puede permitirse otros cuatro años con el presidente Barack Obama, cuyo manejo de la economía, aseguró, ha perjudicado a la clase media y al país. "Si hay algo que no podemos permitirnos es otros cuatro años de Barack Obama sin alguien a quien le rinda cuentas", dijo Romney, rodeado de su familia en un hotel en Boston (Massachusetts).
Por su parte, Santorum, que con su mensaje de conservadurismo social ha conseguido buena parte del apoyo popular entre los votantes evangélicos, ganó en Tennessee, Oklahoma, y Dakota del Norte, y sigue proyectándose como la alternativa "anti-Romney" más viable.
Con la victoria en Alaska de Romney, el congresista Ron Paul queda con el marcador a cero en lo que va de carrera republicana. Según las encuestas a pie de urna, la economía y la creación de empleos, y no el entusiasmo por determinado candidato, fueron la principal motivación de los votantes en la jornada electoral.