El gobierno tunecino ha informado de la muerte de 14 civiles durante los disturbios protagonizados por jóvenes parados en las ciudades de Thala, Gassrine y Rgeb. Sin embargo, el régimen del presidente Zine al Abidine ben Ali ya ha comenzado a responsabilizar de las manifestaciones a una minoría de extremistas violentos que pretenden dañar al país.
En concreto, el gobierno ha informado de la muerte de ocho personas en Thala y Gassrine, cerca de la frontera con Argelia, desde que se intensificaron las protestas, el sábado por la noche.
Más tarde, la agencia de noticias oficial, TAP, ha informado de la muerte de cuatro civiles en una tercera localidad, Rgeb, situada a unos 210 kilómetros al oeste de la capital, Túnez, y de dos fallecidos más en la provincia de Gassrine.
Al parecer, los fallecidos estaban armados con bombas incendiarias, piedras y palos con los que atentaban contra la propiedad privada, sostiene TAP. Varios agentes han resultado heridos, algunos de gravedad.
La oposición ha protestado por el uso de armas de fuego por parte de la Policía, pero las autoridades sostienen que los agentes únicamente disparan en defensa propia en respuesta a ataques de los manifestantes que ingnoraban los disparos de advertencia.
Las fuerzas de seguridad "no están haciendo otra cosa que cumplir con sus funciones legales y legítimas para mantener el orden y garantizar la seguridad y libertad de los ciudadanos", señala el gobierno en un comunicado.
"Lo que ningún estado democrático permitiría (...) es el recurso a la violencia y la utilización por parte de ciertos extremistas de armas prohibidas tales como cócteles Molotov o bombas incendiarias y el lanzamiento de piedras contra personas y propiedades públicas y privadas", explica.
Desde la oposición, un dirigente del opositor Partido Democrático Progresista (PDP), Nejib Chebbi, emplazó al Gobierno a poner fin al uso de las armas de fuego que "dilapidan las vidas de ciudadanos inocentes" e instó a las autoridades a "respetar el derecho a la protesta pacífica".
Las protestas comenzaron espontáneamente en la tarde del 19 de diciembre, cuando un joven parado, Mohamed Bouazizi, se prendió fuego para protestar por la confiscación de las frutas y verduras que estaba vendiendo en un puesto callejero de la ciudad de Sidi Bouzid. Bouazizi falleció finalmente este martes debido a la gravedad de sus heridas.