La carta fue encontrada por la policía en uno de los bolsillos de Wellington Menezes de Oliveira, ex alumno de la escuela en la que ocurrió la tragedia, luego de que el joven de 23 años perpetrara una matanza de la que no se conocían similares en Brasil.
En la misiva, divulgada por la policía, el homicida pide que un "fiel seguidor de Dios" visite su sepultura al menos una vez para que pida "perdón a Dios por lo que hice" y solicita que su casa sea donada a alguna sociedad que cuide de animales abandonados.
También da instrucciones para que su cuerpo sea "lavado" y preparado para el entierro y para que no sea tocado por "impuros" y que sólo lo hagan "los castos o los que perdieron su castidad después del matrimonio y no se involucraron en adulterio".
Igualmente da indicios de la premeditación del crimen al avisar que quiere ser enterrado envuelto sólo en una sábana blanca que "está en este predio (la escuela), en una bolsa que dejé en la primera sala del primer piso". La tragedia ocurrió esta mañana en la escuela pública Tasso da Silveira, localizada en Realengo, un humilde barrio en la zona oeste de Río de Janeiro, y en la que en ese momento estaban más de 400 alumnos.
Pese a que portavoces oficiales dijeron inicialmente que Menezes de Oliveira había hecho menciones en su carta al islám y a que estaba infectado con el virus del sida, en la misiva mostrada a la prensa no hay tales referencias. Una hermana adoptiva del homicida admitió en declaraciones a una radio que el joven solía hablar de "cosas de musulmanes" y aseguró que era "muy reservado", al punto de vivir solo y de poco salir de su casa, en donde permanecía todo el tiempo frente a un ordenador.
La mención sobre el sida fue hecha por el subalcalde de la zona oeste de Río de Janeiro, Edmar Teixeira, en declaraciones que concedió a periodistas tras visitar la escuela.
El pistolero, huérfano de padres adoptivos y sin antecedentes criminales, entró a la escuela en la que estudió entre 1999 y 2002 asegurando que era un conferenciante que iba a participar en un seminario que estaba previsto en el centro educativo. Después subió al segundo piso y comenzó a disparar con dos revólveres calibre 38, que llegó a recargar varias veces, contra los escolares que estaban comenzando las clases del día.
Además de las diez niñas y de un niño de entre 12 y 14 años que murieron con disparos en la cabeza y el tórax, otros trece menores quedaron heridos, cuatro de los cuales de gravedad. La tragedia no fue mayor porque una patrulla de la Policía Militarizada que estaba próxima a la escuela y fue llamada por uno de los adolescentes heridos llegó hasta el local antes de que el asesino subiera al tercer piso. Tras pedirle en vano que se rindiera, los policías le dispararon en las piernas para inmovilizarlo, pero el asesino se suicidó con un tiro en la cabeza cuando ya estaba caído en el piso.
Oliveira también pide ser enterrado al lado de la sepultura de su madre y la "visita de un fiel seguidor de Dios (...) por lo menos una vez, porque necesito que ore y pida el perdón de Dios por lo que hice”.