La Guardia Civil ha intervenido un total de 708 kilos de cocaína de gran pureza, escondidos en un contenedor cargado de cocos secos, lo que ha supuesto uno de los mayores alijos conseguidos en el puerto de Barcelona en los últimos años, sin que se hayan practicado detenciones.
La cocaína llegó en un contenedor transportado en un barco procedente de República Dominicana y se pudo intervenir el pasado 12 de marzo en un control de tráfico interno cuando ya salía del recinto portuario en un camión.
En la operación policial no se han practicado detenciones porque los narcotraficantes que mandaron la droga utilizaron el método del "gancho perdido", de forma que introdujeron la cocaína en el contenedor sin que la empresa que transportaba el cargamento de cocos secos tuviera conocimiento de ello.
En el control de tráfico que se llevó a cabo en el recinto portuario, fuera ya de la zona aduanera, los agentes hallaron en el interior del contenedor, camuflados entre 22.400 kilos de coco seco, un total de 18 bolsas de deporte con entre 35 y 38 tabletas de cocaína cada una -había 645 en total- envueltas en una capa de film transparente y látex con pegatinas de dibujos de animales y de cómics.
Los 709 kilos de cocaína incautada son de una gran pureza, por lo que su valor podría alcanzar los 22,6 millones de euros en el marcado negro, aunque su precio se podría disparar porque la droga decomisada es de tanta calidad que se podría cortar entre cuatro y cinco veces, de forma que en la calle se podrían llegar a vender hasta 3.500 kilos.
La Guardia Civil mantiene la investigación abierta para tratar de esclarecer quién mandó la droga y qué grupo tenía que recogerla en Barcelona para su posterior distribución y venta.