"Somos el pueblo, somos el poder", gritan los manifestantes. "Los jóvenes con Facebook", es otro de los mensajes que se leen en carteles y banderas, en referencia a la red social que permite a los jóvenes manifestantes extender sus llamadas a la manifestación.
"Hemos oído que un millón de personas se iba a manifestar hoy", afirma Mahmoud el-Naggar, 26 años, llegado de Fayyoum (al sur de El Cairo) con un grupo de amigos. "Ninguna de nuestras demandas ha sido escuchada", asegura por su parte, Mohammad Nizar, de 36 años. "Han anunciado un aumento de los salarios. Intentan engañarnos. Es un soborno político para silenciar al pueblo", dice y añade que "el pueblo no confía en el nuevo Gobierno", formado la pasada semana.
Mubarak, de 82 años y con cerca de 30 al frente del Estado, ha creado una comisisón para modificar la Constitución en diálogo con la oposición, incluidos por primera vez, los Hermanos Musulmanes, hasta ahora bestia negra del régimen. También ha creado una comisión de investigación sobre los violentos enfrentamientos del 2 de febrero en la plaza Tahrir. Pero las medidas políticas -incluida la renuncia a presentarse a un sexto mandato en las elecciones de septiembre- no han disminuido la cólera de los manifestantes que exigen la salida inmediata de Mubarak.
Dos semanas de movilizaciones
Desde que comenzaron las movilizaciones, hace justamente dos semanas, los martes y los viernes se han convertido en los días emblemáticos de las protestas. Según la cadena Al Yazira, en la plaza de Tahrir, en el centro de El Cairo, epicentro de las movilizaciones, ya se han concentrado miles de personas desde primeras horas del martes. Los manifestantes han prometido que no levantarán el campamento en tanto que Mubarak permanezca en el poder.
El espacio ocupado por los manifestantes ha ido reduciéndose gradualmente a causa de la presión del Ejército -la única institución que conserva más o menos intacto el respeto de la población-, que ha despejado poco a poco el recinto de la plaza para permitir el tráfico.
Los manifestantes se mantienen firmes en sus intenciones pese a las medidas anunciadas ayer lunes por el Gobierno para paliar los problemas de la población, entre ellas el aumento en un quince por ciento de los salarios de los funcionarios y de las pensiones. "El aumento de las pagas no supone nada", declaró este martes a Al Yazira un manifestante, Sherif Zein, desde la plaza Tahrir. "Puede aliviar a corto plazo a los trabajadores, pero para la mayoría de la gente no es más que una aspirina", añadió.
Cientos miles de personas han participado en las manifestaciones de las dos últimas semanas. Según los datos de Naciones Unidas y de Human Rights Watch, desde el pasado 25 de enero han podido morir alrededor de 300 personas a causa de los ataques de las fuerzas de seguridad y de los partidarios del presidente.