En los alrededores de Fukushima se estima que hay 1.000 cadáveres que no pueden ser retirados debido a alto índice de radiactividad. Desde allí nos llegan las cartas y los correos electrónicos de los llamados samurais de Fukushima, los liquidadores. Muchos han dicho a sus familias que saben que les espera una muerte segura.
En las últimas imágenes llegadas de la central, un grupo de liquidadores intenta instalar cañones de agua cerca del reactor 3. Los 300 operarios no han descansado desde hace 21 días. Están exhaustos y según sus familiares ya han asumido que van a morir. Así lo revelan los correos electrónicos de los llamados samurais de Fukushima.
"He estado luchando con mis colegas sin dormir ni descansar. Mi ciudad natal fue totalmente arrasada por el tsunami, se llevó a mis padres y todavía no sé dónde están. Correría a su casa, pero no puedo entrar en la zona."
"Estoy inmerso en un trabajo extremadamente duro bajo estas condiciones mentales... ¡No puedo soportarlo más!. El terremoto es un desastre natural, pero Tepco debería ser culpada por la emisión de materiales radiactivos".
"No hay tiempo que perder llorando, llorar es inútil”. Estamos al límite físico y mental. Si estamos en el infierno, lo único que podemos hacer es escalar hacia el cielo".
Los correos hablan de miedo, de largas jornadas, expuestos a continuas radiaciones. 189 han trabajado sin medidores de radiactividad, porque no había para todos. Cuando llega la noche, cenan una bola de arroz seco y una lata de pollo o pescado en conserva. Después agotados, duermen en cualquier lugar de la planta nuclear. Sobre sus cabezas; una plancha de plomo, en sus corazones una generosidad sin límites que sobrevuela a la muerte.