Pasen y vean. Preparen sus palomitas y algodón de azúcar, la función va a comenzar. Se trata del espectáculo más antiguo del mundo: domadores, trapecistas y payasos divierten a todas las generaciones con todo tipo de trucos.
Cada vez más, el circo clásico y el moderno luchan por conseguir espectadores bajo la carpa. Encontramos riesgo y adrenalina en el circo de siempre: motoristas que se cruzan a más de 100 kilómetros por hora; o tigres y leones de 200 kilos que, ante el domador, parecen lindos gatitos.
Ali Mallouku, domador de fieras del Gran Circo Americano dice: "Para mi no son animales, lo que tengo a mis espaldas son compañeros de trabajo. Yo sin ellos no soy nadie y ellos sin mi tampoco".
Del otro lado, el circo moderno con triples saltos mortales, precisos equilibrios con tazas, e incluso una chica que vive en "el mundo al revés".
"Las escuelas europeas unen sus técnicas en una ciudad de Babel, donde cada uno nos viene a mostrar su magia y su técnica", asegura Leandre Ribera, director artístico del Circo Price.
La magia del circo estará presente durante todas las navidades para hacer a niños y adultos reir a carcajadas, taparse los ojos o emocionarse.