Compartir piso a los 87

"Tengo 24 años y mi compañera de piso, 94". Así se puede vivir en Madrid por 100 euros al mes

Alquileres por las nubes y soledad de los mayores: prolifera la convivencia entre jóvenes estudiantes y personas mayores de 65.

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Cándida viste traje pantalón de un azul eléctrico. El peinado rubio perfectamente ondulado y carmín en los labios. Hace dos meses que comparte piso. Ahora pone su comida en las baldas de arriba del frigorífico y la lavadora los sábados para ahorrar luz. Por turnos. Una ella, y otra Andrea, su compañera.

"Ella se lava lo suyo, y yo lo mío. Aquí no se mezcla nada", comenta divertida, pero tajante. Para convivir en un bajo de 60 metros cuadrados hay que sentar unas reglas de convivencia. Cándida tiene 87 años. Su compañera de piso apenas supera los 30.

Más de 8 millones de mayores de 65 que viven solos

Un 20 por ciento de la población española mayor de 65 vive en soledad. De ese porcentaje, más del 70% son mujeres. Como tantos compañeros de generación, Cándida se encuentra perfectamente, pero sola. Por eso ha acudido al programa Convive de la Organización "Solidarios para el Desarrollo". Un programa que junta a personas mayores con universitarios de otras provincias o del extranjero que vienen a una ciudad tan inasequible en vivienda como Madrid.

Andrea paga únicamente 100 euros para cubrir gastos de suministro, pero Cándida no buscaba beneficio económico: "Me han obligado a aceptarlo. Yo sólo quería compañía", asegura mientras nos anima a preguntarle a la Organización por si no le creemos.

100 euros por el alquiler y 2 horas diarias de atención al mayor

Desde Solidarios, Javier nos dice que son muchos más los estudiantes solicitantes que la oferta disponible. "Su mayor temor es meter a alguien desconocido en su casa, pero les da confianza que este Programa nos tenga detrás a nosotros, al Ayuntamiento de Madrid y a un equipo técnico que los acompaña".

Los compañeros jóvenes se comprometen a pasar dos horas al día con quien les abre la puerta de su casa. Génesis, una joven veinteañera que comparte casa con Blanquita (95) tiene claro que este compromiso no le supone ningún esfuerzo: "De la misma forma que ella me brinda su hogar, tú le das tu atención y tu afecto".

"Me siento acompañado, pero mi compañero tiene su vida y yo la mía"

La soledad es un factor importante, pero en muchos casos, también lo es el aspecto económico. Fernando ha encontrado el equilibrio para resolver ambos aspectos. En su caso no ha acudido a una ONG sino a una plataforma que también conecta a jóvenes con personas mayores.

En este caso la convivencia no obliga a pasar unas horas determinadas juntos, pero siempre habrá alguien con quien cruzarse por la casa: "Mi compañero me paga 300 euros al mes por el alquiler. Me siento acompañado, pero él tiene su vida y yo la mía". Todos ganan. Unos encuentran piso por un precio inconcebible, y los otros saben que hay alguien ahí, al otro lado del pasillo.

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