Durante el verano de 2010, y tan sólo en las Baleares, medio centenar de jóvenes sufrieron accidentes practicando el balconing. Una practica que consiste en pasar de un balcón a otro o utilizar la terraza como trampolin a la piscina del hotel. El perfil del saltador se repite. Turista de entre 18 y 25 años, consumidor de alcohol y drogas, que pretende, de madrugada, continuar la fiesta tras una noche de juerga.
Aunque la moda se popularizó durante el verano pasado, este tipo de accidentes ya no cogen de sorpresa a los residentes habituales. "Están a tope de todo, borrachos perdidos y les pasa lo que les pasa", dice un vecino. Los hosteleros, pese a cumplir todas las normas de seguridad, no pueden evitar que los jovenes sigan saltando.
Con las facultades físicas mermadas arriesgan la vida en saltos imposibles, mientras sus amigos les graban en video. Cuanto más alto y más piruetas se hagan al caer mas visitas tendrán sus videos en internet. Lo que no se ve en la red son los saltos de los que no lo consiguen. De los que se estrellan contra el suelo y acaban con multiples traumatismos, en coma o en el peor de los casos fallecen.