Este lunes se cumplen 100 días de la llegada de Jair Bolsonaro al gobierno de Brasil. Rodeado de escándalos creados por él mismo o los suyos, el mandatario brasileño cumple su primer centenario como presidente entre polémica. "Perdón por las patadas, no nací para ser presidente, nací para ser militar", confesaba tras 27 años ejerciendo como diputado en el Congreso.
Desde 1990, Bolsonaro es el presidente peor valorado en los tres primeros meses en el ejecutivo. La economía sigue sin funcionar de manera efectiva a pesar de los presagios iniciales y de que el mercado financiero diera un voto de confianza al líder ultraderechista. El Fondo Monetario Internacional (FMI) redujo la previsión de crecimiento de Brasil, del 2,5% de enero al 2,1% actual.
El desempleo también se ha visto afectado. Según datos oficiales, subió respecto al trimestre anterior y ya afecta a 13,1 millones de brasileños, un 12,4% de la población. Otra de las reformas estrella del presidente, el sistema de pensiones, está encallada por falta de diálogo con el Congreso Nacional. Los analistas coinciden en que su falta de cintura con el poder legislativo está poniendo en riesgo la gobernalidad.
Sus ministros tampoco se lo han puesto fácil
Uno de los 'superministros' de Jair Bolsonaro, el juez Sérgio Moro, responsable del Ministerio de Justicia y Seguridad Pública, iba a ser la cara de la lucha contra el crimen y la corrupción. Llegó a encarcelar al anterior presidente del país, Lula da Silva. Hoy, el ministro vive con varios escándalos domésticos: uno de los hijos de Bolsonaro, el senador Flávio Bolsonaro, se encuentra investigado por movimientos financieros sospechosos de su chófer.
El ministro de Presidencia, Gustavo Bebianno, cayó por su presunta implicación en la financiación irregular del PSL, partodp de Bolsonaro, después de que otro de los hijos del presidente, el concejal Carlos Bolsonaro, pidiera su cabeza.
El ministro de educación, Vélez Rodríguez, ha sido otro de los hombres más cercanos a Bolsonaro que han caído en apenas 100 días de mandato. Rodríguez no fue capaz de establecer su propio equipo dentro del ministerio por las discrepancias entre los fundamentalistas evangélicos, militares y seguidores del gurú de ultraderecha Olava de Carvalho. En apenas tres meses ha habido 17 dimisiones de altos cargos dentro de la cartera de educación.
La única medida que Vélez decidió poner en marcha fue grabar a los niños de las escuelas públicas cantando el himno nacional, aunque poco tiempo después decidió dar marcha atrás ante el aluvión de críticas.
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