Los carros de combate han entrado en Deera. 3.000 hombres han tomado posiciones en esta ciudad agrícola de 75.000 habitantes. El sonido de los disparos se ha adueñado de las calles.
Los militares atacan también con artilleria pesada. Al menos 18 personas habrían perdido la vida. Los cadáveres se amontonan en el asfalto. Nadie se atreve a recogerlos.
El régimen ha apostado francotiradores en los edificios públicos. Disparan a matar. A pocos kilómetros, la frontera con Jordania. Ha sido cerrada.
La imagen se repite por toda Siria donde la represión es brutal también en Homs y a las afueras de Damasco, la capital.
La oposición asegura que policía y pistoleros del régimen han disparado contra civiles desarmados y han detenido a un número indeterminado de ciudadanos.
Desde que comenzaron las manifestaciones, hace mes y medio, casi 400 personas han muerto en Siria, cientos de opositores han desaparecido.
La ONU ha exigido el fin de la matanza, mientras que la Casa Blanca estudia sanciones contra el gobierno del presidente Bachar el Assad si la represión continúa.