Aniversario de la DANA
Juan, uno de tantos héroes que en la DANA de Valencia arriesgó su vida para salvar la de otros: "Me hubiera pegado un tiro sin ayudar"
El tiempo todavía no ha curado las profundas heridas causadas por la DANA en Valencia, de la que acaba de cumplirse su primer aniversario.

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Amaneció y no había llegado nadie. Solos, completamente solos, sin ayuda. Así se sintieron todos los afectados por la trágica DANA que hace ahora un año inundó de barro la vida de más de 200 personas.
Cada una de esas víctimas tiene nombre y apellido. Tiene una familia que los sigue llorando y tiene una historia que fue abruptamente segada por algo que ninguno de ellos había buscado. Este 29 de octubre se cumple el primer aniversario de la riada mortal que afectó a muchas localidades valencianas.
Resulta imposible ver las imágenes de la destrucción más absoluta sin que las lágrimas se asomen. Un año después siguen siendo centenares los vecinos que se sienten rehenes en su propia casa al vivir en edificios damnificados que siguen sin tener ascensor. Siguen siendo muchas las personas que sufrieron accidentes o dolencias que limitan sus movimientos. Y prácticamente todos siguen sintiendo el frío en sus huesos y siguen abatidos por pesadillas que en un momento fueron reales.
Apenas hace unos días que el documental 'La noche del Terror' de Alfonso Aguado se estrenó. Se trata de una obra audiovisual que nace desde "la rabia", pero que por encima de la crispación e impotencia que la tragedia regó en cada uno de los afectados, quiere hacer valer esa ola de solidaridad con la que media España hizo suya la frase "solo el pueblo salva al pueblo". Es en las tragedias más crueles donde la bondad del ser humano, el brazo tendido del vecino, consigue reconciliarnos con la vida.
"Socorro, socorro"
Desde la Newsletter de Antena 3 hablamos con Juan Andrés Casanova, uno de los testimonios que aparecen en el documental. El pasado 29 de octubre estaba en su casa de Paiporta. Aproximadamente media hora antes de que comenzase la pesadilla sacó a su perro y se acercó hasta el Barranco del Poyo. "Había 2 o 3 metros de agua. Faltaban 6 o 7 metros para cubrir toda la profundidad del barranco, más los 3 metros más que desbordó la riada. No esperaba, nadie podía esperar, que en media hora pasase eso", reflexiona Juan para a continuación añadir: "Por eso pienso que esto es una rotura de algo, o una falta de previsión de algo. En la Pantanada de Tous estaban avisados y prácticamente no hubo bajas".
Cuando llegó a su casa del paseo, pronto empezó la riada. Se hizo de noche y el agua arrampló con el muro del adosado de Juan. "Estaba en el comedor, todo estaba inundándose y oí: 'socorro, socorro'. Con una lamparita me asomé a ver si veía a alguien. Desde la ventana del comedor conseguí ver a Pepe agarrado a la baca de un coche, en la otra mano llevaba a su mujer. Conseguí verlo, colgué la lamparita en la medianera con el adosado de al lado y me tiré. Salí de la zona que estaba inundada de mi chalet, me dio un contenedor un pequeño golpe, nadé hasta poder cogerme de un árbol y con la otra mano alcancé a coger a Pepe. Pepe me dijo: 'mi mujer está muerta ya'. Yo en ese momento iba a decirle: 'suéltala porque yo no voy a poder con los dos, y conmigo mismo y con la corriente, el agua barro y de todo... pero no le dije nada'. Con mi mano derecha conseguí llegar hasta él, se consiguió agarrar a mí. Lo arrastré para dentro y entramos por la ventana del comedor. Ella ya había fallecido. La subimos al piso de arriba como pudimos, le hicimos el boca a boca, la presión en el pecho, pero no pudimos reanimarla".
En cada una de sus palabras se percibe emoción contenida. El tiempo ha pasado, pero las imágenes y los recuerdos siguen cargados de dolor. Le preguntamos a Juan si se le pasó por su cabeza en algún momento no arriesgar su vida por salvar la de Pepe y su respuesta es rotunda. "No. Lo procesé en un segundo. Tengo mujer e hijos si me ocurría a mí algo pues...fui egoísta porque en ese segundo pensé, ¿qué hacía yo al día siguiente, después de verle la cara pidiendo socorro sin ayudarle? Me hubiera pegado un tiro o me hubiera colgado del cuello. No hubiera podido seguir viviendo".
Ni Nuria, ni Pepe ni Juan se conocían hasta ese fatídico 29 de octubre. Cuando la riada sorprendió a este matrimonio, Pepe le dijo a su mujer que tenían que salir de su casa juntos. Así que atados el uno al otro por el cinturón del batín de Nuria los arrastró la corriente hasta la casa de Juan. Ella no pudo soportar el trayecto. La subieron a la planta de arriba del adosado de Juan, pero ya estaba fallecida. "Pepe se quedó toda la noche y todo el día siguiente a su lado. Yo me quedé en la habitación de al lado tumbado, y cada 10 minutos salía a verlo para preguntarle si lo ayudaba con algo, intentaba consolarlo. Llorábamos los dos", recuerda Juan.
Justicia
Y precisamente esa unión que se forjó con la cruel tragedia es el único punto positivo que se puede sacar de lo sucedido. 'El pueblo salva al pueblo' fue el lema de Valencia. "Por supuesto. Incluso antes de llegar toda la manada de gente que llegó de Valencia, que fue espectacular, lo estoy diciendo y se me pone la piel de gallina. Nosotros mismos, hasta ese tercer día que empezó a llegar gente nos ayudábamos entre nosotros", señala.
Pepe y su hija se han convertido desde entonces en un hermano y una sobrina más para Juan. Sin embargo, el sentimiento cambia hacia las autoridades. "En ese momento, ves tu vida destrozada, tu casa, tus coches, tu familia, qué decir de quienes perdieron familiares o amigos, y el sentimiento que te queda es que esto se podía haber evitado. Vemos una negligencia. Parece ser que la sociedad estamos al servicio de los políticos y no los políticos al servicio de la sociedad", se lamenta. A la par, reprocha que "había previsiones por satélite, la gente que tenía que estar avisada estaba avisada, y aquí ha muerto mucha gente, mucha".
Juan no desea el mal a nadie, pero sí anhela justicia: "Quisiera que alguien pagara la culpa por su negligencia. Yo no le deseo ningún mal a nadie pero sí que se haga justicia".
Y triste es también pensar que 365 días después hay muchas casas como las suyas que todavía no son lo que fueron, muchos negocios que nunca volverán a existir y muchos destrozos que arreglar: "No sé si hay que esperar a que vuelva a ocurrir otra desgracia de esta envergadura".
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