Invasión rusa de Ucrania de 2022

La reconstrucción de Ucrania comenzará bajo las bombas de Putin

Después de cuatro meses y medio de invasión rusa de Ucrania de 2022, los misiles rusos siguen cayendo y la guerra no tiene un horizonte final. Sin embargo, la comunidad internacional prepara ya un Plan Marshall para reconstruir el país. Las primeras cifras hablan de 750.000 millones de dólares, ya que hay ciudades completamente arrasadas. Zelensky asume que las inversiones serán millonarias y pide que la fuente principal de esos ingresos sean los activos rusos que se han confiscado al Kremlin.

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La destrucción en algunas zonas del país es absoluta debido a la guerra entre Ucrania y Rusia. En torno a 800.000 viviendas están dañadas, pero las pérdidas se extienden a lo largo de todo el territorio: más de 1.200 colegios inservibles, 200 hospitales que ya no están operativos, miles de kilómetros de gasoductos dañados, redes de agua y electricidad, carreteras, vías férreas... la reconstrucción de Ucrania, a día de hoy, asciende a la friolera de 750.000 millones de dólares. Aunque los técnicos que lo analizan saben que es un dato ficticio, ya que las bombas siguen cayendo y los costes aumentan cada día.

El presidente de Ucrania pide ayuda internacional lo más rápido posible, incluso antes de que termine la invasión. "La reconstrucción de Ucrania no es un proyecto local, no es un proyecto de una sola nación, es una tarea común de toda la comunidad democrática, de todos los países que se llaman civilizados. Reconstruir Ucrania significa reconstruir vidas, infraestructuras e implica muchos fondos e inversiones colosales", ha dicho Zelenski ante los asistentes en Suiza en una conexión por videoconferencia.

La Conferencia de Lugano trata de sentar las bases del plan de reconstrucción a largo plazo. Un nuevo Plan Marshall. La cita reúne a más de 40 países, a bancos de ayuda al desarrollo y a otros organismos internacionales. Entre ellos está la Comisión Europea, que se ha ofrecido a coordinar los trabajos y a canalizar los recursos que deben venir del sector, tanto público como privado. "Los desafíos son enormes, pero no son insuperables. Ucrania puede salir de esta guerra siendo un país más fuerte y moderno", ha clamado Ursula Von der Layen. La presidenta ha reconocido que "la tarea es colosal", pero que "no va solo en nuestro interés propio, sino también es una obligación moral de los europeos". La UE aceptó hace dos semanas a Ucrania como país candidato a la adhesión en un claro gesto de apoyo político a Kiev.

Uso de activos rusos confiscados

Las potencias mundiales se están volcando en los trabajos preparatorios y tienen un objetivo claro: que los activos rusos confiscados al Estado y a los oligarcas se usen para la reconstrucción. Lo ha confirmado la ministra británica, Liz Truss, que estimaba este montante entre 300.000 y 500.000 millones de dólares, aunque los servicios jurídicos trabajan minuciosamente para encontrar la fórmula legal que permita llevarlo a cabo. Los países europeos creen que una de las claves es hacer que la economía ucraniana vuelva a funcionar, ya que ahora mismo sus reservas están bajo mínimos y muchas de sus industrias están paralizadas. Como primer paso, es realmente importante que vuelvan a abrirse los puertos del mar Negro, para que el grano que exporta Ucrania pueda salir y venderse en el norte de África.

Zelenski promete transparencia

El gobierno de Zelenski agradece los gestos de apoyo y promete seguir con el camino de reformas pendientes, que le exige Bruselas para avanzar en la adhesión. Su primer ministro, Denis Shmyhal, ha sido el encargado de dirigirse a los líderes mundiales en Lugano. Les ha presentado en detalle un plan de reconstrucción en tres fases que ha diseñado su ejecutivo. Pero también ha abordado otra derivada fundamental que preocupa en algunas capitales. Ha prometido que todo el proceso será transparente, para demostrar que cada euro recibido será utilizado de manera honesta y efectiva, y para devolver a los ucranianos una vida lo más parecida posible a aquella que tenían antes de la fatídica madrugada del 24 de febrero cuando los primeros tanques rusos cruzaron la frontera.

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