El ex primer ministro británico Tony Blair admitió que desoyó las advertencias del fiscal general del Reino Unido sobre la ilegalidad de invadir Irak sin el respaldo expreso de la ONU al considerar que era un consejo meramente "provisional".
En una declaración escrita a la comisión que investiga el proceso político que llevó a Gran Bretaña a participar en la guerra, Blair explica que se aferró a su análisis del asunto porque pensaba que el principal abogado del país cambiaría eventualmente de opinión.
El 14 de enero del 2003, y de nuevo el 30 de enero, el entonces fiscal general del Estado, Peter Goldsmith, advirtió al jefe del Gobierno británico que la resolución 1441 de la ONU no era suficiente para justificar el uso de la fuerza contra Irak (aunque el 7 de marzo sorprendentemente cambió de opinión).
Blair argumentó hoy que en aquel momento "aún no había pedido formalmente asesoramiento legal, ni él (el fiscal) había llegado al punto de darlo". "Por eso me aferraba a mi posición de que no hacía falta una segunda resolución", afirma en su escrito.
En el margen del memorando del 30 de enero, en el que Goldsmith repetía su argumento de que la 1441 no autorizaba por sí misma la fuerza, Blair escribió de puño y letra: "simplemente no entiendo esto".
El pasado martes Goldsmith dijo ante la misma comisión que el ex primer ministro laborista le excluyó de deliberaciones importantes sobre la legalidad de la guerra de Irak, algo que éste admitió hoy haber hecho al afirmar que podría habérsele "incluido más".
Durante su comparecencia ante la comisión, presidida por el antiguo alto funcionario John Chilcott, el ex "premier" insistió en que todo su gabinete de ministros de la época sabía que el curso de acción que había emprendido -de arremeter contra el régimen iraquí en colaboración con el ex presidente estadounidense George W. Bush- podía llevar a una intervención militar, pese a que un diplomático británico declaró previamente lo contrario.
Ésta es la segunda vez que Blair declara ante la comisión Chilcott tras hacerlo en enero del 2010, cuando, entre otras cosas, insistió en que no tenía "remordimientos" por haber metido al Reino Unido en la guerra en marzo del 2003 y repitió que el mundo era un lugar mejor sin Sadam Husein.