Tiro

Dejó el balonmano tras amputarle un brazo por el cáncer y acaba de ganar su séptima Copa del Mundo de Tiro

Juan Saavedra nos enseña orgulloso su última medalla. La última de muchas porque Juan es uno de los mejores del mundo en tiro paralímpico. Lo hace sin un brazo, el que perdió por un cáncer hace 30 años.

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Juan Saavedra representa una historia de superación personal en el mundo del deporte, tras verse obligado a dejar el balonmano por la amputación de su brazo izquierdo por un cáncer y acabar triunfando en el tiro con carabina, disciplina en la que ya ha ganado siete Copas del Mundo, ha participado en cuatro Juegos Olímpicos y se ha colgado la plata en Londres 2012.

Acababa de subir al equipo de balonmano de su ciudad, el Teucro de Pontevedra, donde era un hábil extremo, cuando empezó a notar que un bulto en la muñeca izquierda le hacía perder fuerza en la mano y se le escapaban los balones. Los médicos acabaron por confirmarle la fatal noticia de que padecía un cáncer en el tendón y que sólo se podría atajar amputándole la extremidad. Tenía 17 años.

“Durante tres días sentí que se me venía el mundo encima”, confiesa, pero recuerda que se hizo la siguiente reflexión: “Si las circunstancias de mi vida cambian yo también puedo cambiar”.

Decidió seguir con la natación, un deporte que le apasionaba y que practicaba desde niño y, además, empezó a probar una disciplina que le resultaba curiosa, como era el tiro con carabina. Empezó a despuntar en este deporte y pronto llegaron los resultados que demostraban que había dado en la diana a la hora de elegir.

Londres 2012: su mayor logro

Con el tiempo ha seguido acumulando éxitos, el último hace pocos días en Al Ain, en los Emiratos Árabes Unidos, donde se proclamó, por séptima vez, campeón de la Copa del Mundo en carabina libre tendido 50 metros R6. Además, suma a su palmarés la participación en cuatro Juegos Olímpicos. En una de esas Olimpiadas, en Londres 2012, alcanzó su mayor logro, hasta el momento, al colgarse la medalla de plata.

Ahora, Juan Saavedra ya ha conseguido la clasificación para los Juegos de Tokio, a donde llega en el mejor momento de su carrera y convencido de que peleará por el oro. “Esta vez no se me puede escapar”, sentencia. Para ello, suma horas y horas de entrenamiento en el campo de tiro de Cernadiñas Novas, a las afueras de Pontevedra, y en su casa, recurriendo a un simulador.