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Las tres lecciones que Catalina aprendió de Manolita en Amar es para siempre: ¡Recordamos su estancia en la Plaza de los Frutos!

Catalina, la pequeña de los Gómez, acaba de volver a casa desde Londres. En este momento tan especial de la ficción, echamos la vista atrás para recordar algunos momentos que te harán reflexionar.

Las tres lecciones que Catalina aprendió de Manolita en Amar es para siempre: ¡Recordamos su estancia en la Plaza de los Frutos!

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Manolita es una inspiración para todos sus hijos. Una madre que nunca se ha rendido y que ha luchado contra muchas adversidades para seguir hacia delante.

Catalina, durante su estancia en la Plaza de los Frutos, aprendió grandes lecciones de la vida gracias a ella. A continuación, las recordamos.

1. El amor propio

La confesión de Catalina sobre su inseguridad con su cuerpo es un problema muy habitual en la sociedad actual. En un mundo donde los estándares de belleza y perfección son omnipresentes, es fácil caer en la trampa de la insatisfacción y la autoexigencia.

El consejo de Manolita a su hija fue claro: la solución no radica en cambiar su apariencia. La clave consiste en aceptarse uno mismo tal y como es, conviviendo con sus grandes virtudes y pequeños defectos. De esa manera podrá ser feliz y la gente de su alrededor se dará cuenta de la luz que tiene dentro.

2. La valentía

Catalina tuvo que enfrentarse a una dura batalla en el colegio. La joven de los Gómez sufrió acoso escolar y se sintió aterrada ante la situación. Llena de miedo se derrumbó delante de su madre, buscando un resquicio de paz y comprensión.

Manolita, que ha sufrido infinidad de adversidades en la vida, le dio un consejo muy sabio: “Los que vencen a los demás son muy fuertes, pero los que se vencen a sí mismos son la fuerza, ¡Seamos la fuerza!”.

3. La fuerza de la familia

El sueño de ser cantante se truncó por culpa de un productor que estafó a los Gómez. Su orgullo y sus ideales la llevaron a rechazar la compensación económica, a pesar de la situación complicada que vivían en su casa.

La joven se disculpó con sus padres, pero Manolita reconoció su valor, orgullosa de que los principios de su hija no se puedan comprar con dinero: “Nadie tiene derecho de apropiarse de algo que no es suyo”.

Ahora, Catalina ha regresado a casa y, aunque está viviendo en Londres, estar al lado de su familia es su mayor triunfo.

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