Pulseras antimaltrato

El testimonio de una víctima de violencia de género ante los fallos de las pulseras: "Me aterra, estoy mentalmente destruida"

"Día sí y día también pérdidas de cobertura, aparte que él se despega del aparato receptor y puede aparecer en cualquier momento en la puerta de casa porque no tiene la conexión GPS", asegura esta víctima.

El testimonio de una víctima de violencia de género ante los fallos de las pulseras

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Cristina, nombre ficticio, comenzó la relación con su maltratador con solo 15 años. Él tenía 25 y ya daba señales de ser celoso, hasta el punto de que tuvo que sacarse el bachillerato a escondidas, pero su pesadilla empezó cuando se quedó embarazada de su segundo hijo.

Comenzaron los golpes, los insultos y las amenazas de muerte: “Tenía el machete debajo de la almohada”. Ella aguantaba el maltrato físico y verbal continuado por sus hijos, y porque él la había alejado de su familia y amigos. La gota que colmó el vaso fue una amenaza a su hijo pequeño, fue entonces cuando cogió sus cosas y mientras él trabajaba se fue, pero la pesadilla no había hecho más que empezar.

En 2015 consiguió que lo condenaran, pero no le pusieron una pulsera de control hasta 2020. Una pulsera que asegura que falla desde el principio: “Día sí y día también pérdidas de cobertura, aparte que él se despega del aparato receptor y puede aparecer en cualquier momento en la puerta de casa porque no tiene la conexión GPS”.

Su maltratador hizo sonar el receptor 128 veces en 48 horas

Cristina asegura que se siente desprotegida pese a que la pulsera pueda funcionar, porque él se puede acercar a ella las veces que quiera, siempre y cuando no esté más de dos minutos, así lo dice la ley: “Pasa por mi casa a las 3 de la mañana, a las 4, a las 5…A la hora que sea. Si no pasan los dos minutos no pueden hacer nada”. Su maltratador ha llegado a hacer sonar el receptor de la pulsera hasta 128 veces en un fin de semana: “Es una tortura psicológica”.

Los fallos y modificaciones de la pulsera hacen que él se sienta más fuerte: “Siempre hace acto de presencia de una manera u otra, y con las nuevas modificaciones y fallos de la pulsera es como darle una baza”. Incluso con la pulsera funcionando, Cristina asegura que cada vez que suena el pitido y sabe que él está cerca, entra en pánico y recuerda todas las amenazas vividas: “Hasta que no te vea muerta no voy a parar, hasta que no aparezcas en una cuneta… Voy a organizar una violación en grupo como 'la manada'”.

Cada vez que el receptor suena, pasa el día encerrada en casa sin salir ni para llevar a sus hijos al colegio por temor a encontrárselo, algo que le ha pasado en alguna ocasión. Además ahora, después de las últimas noticias sobre los fallos de la pulsera, el miedo es mayor: “Me aterra. Estoy mentalmente agotada, destruida”.

Pide protección a la Justicia, y que cambien las leyes porque asegura que esos dos minutos que no son suficientes para condenar a su maltratador, para ella pueden suponerlo todo: “Llegará el momento en que él ejecute y vendrán los lamentos. Se puede matar a alguien en 2 minutos”.

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