Una familia de espaldas

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REALIZADO EN 5.500 HOGARES

Según un estudio británico, ser madre no cumple con las expectativas que se crean las mujeres

El estudio, publicado en la revista "Demography", se ha centrado en la influencia que tiene la fecundidad en el bienestar subjetivo del padre y la madre, que es, según los autores, un determinante a la hora de decidir tener hijos.

Las expectativas de felicidad de muchas mujeres a la hora de tener hijos no se ven cumplidas, según una encuesta hecha en 5.500 hogares británicos, en un estudio en el que ha participado el profesor de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Pompeu Fabra (UPF) Bruno Arpino.

El estudio, publicado en la revista "Demography", se ha centrado en la influencia que tiene la fecundidad en el bienestar subjetivo del padre y la madre, que es, según los autores, un determinante a la hora de decidir tener hijos.

Arpino, que también es codirector del Research and Expertise Centre for Methodology (RECSM) de la UPF, junto con Nicoletta Balbo, profesora de la Universidad de Bocconi (Italia), son los autores del trabajo, en el que han estudiado y comparado las diferencias con respecto a esta relación "fecundidad-bienestar subjetivo" entre las personas que se convierten en padres por primera vez con los que no tienen hijos, y las de las personas que tienen dos hijos con las que sólo se quedan con uno.

El estudio ha dividido a las personas en tres grupos: tradicional (modelo masculino de sostén de la familia, que espera que la mujer se quede en casa para cuidar a los hijos); moderno (personas con un sistema familiar de doble fuente de ingresos y que siguen un modelo igualitario de género), y mixto (la mujer trabaja pero es la principal responsable de las tareas del hogar y el cuidado de los hijos, y que es el más mayoritario).

Los investigadores plantearon como una de las hipótesis que las diferencias entre las tres orientaciones familiares identificadas son más relevantes para las mujeres que para los hombres, ya que los hombres tradicionales, modernos y mixtos pueden tener actitudes muy diferentes, por ejemplo, sobre los roles de género, pero tienen estilos de vida similares, ya que trabajan de todos modos.

El estudio, que ha encuestado a unas 10.000 personas de 5.500 hogares británicos durante 18 años, con reentrevistas cada año, ha demostrado que, en el nacimiento del primer hijo, los padres estaban significativamente más satisfechos que los que no eran padres, y que este efecto era más fuerte en los hombres que en las mujeres.

Para los hombres, no se encontraron diferencias relevantes entre los diferentes grupos de orientación familiar en cuanto al efecto del nacimiento del primer hijo en la satisfacción de la vida. Entre las mujeres, sólo las madres tradicionales están más satisfechas que sus homólogas sin hijos, mientras que las madres modernas no experimentaron un aumento de la satisfacción.

En cuanto a las madres mixtas, el año anterior al nacimiento del primer hijo estaban más satisfechas que las que no eran madres, pero no tenían una ganancia en la satisfacción con la vida después de la maternidad.

Los investigadores atribuyen este hecho a los altos costes que soportan las madres mixtas, con un doble frente de responsabilidades, en el trabajo y en casa. Según ha concluido el estudio, para este grupo de mujeres, muy mayoritario, las expectativas sobre la maternidad no se cumplen, lo que lleva a una disminución en la satisfacción de vida.

Los padres modernos, en un caso similar al de las madres mixtas con el primer hijo, experimentaron un aumento de la satisfacción con la vida antes del nacimiento del segundo hijo, pero no después.

Los investigadores creen que esto se debe a que los padres modernos están más dispuestos a ayudar en las tareas domésticas y de cuidado de los hijos, lo que les lleva a percibir costes mayores y tensiones asociadas con la llegada de un segundo hijo. En cuanto a los hombres tradicionales y mixtos, sí experimentaron un aumento en la satisfacción de vida. Por otro lado, las mujeres que tenían un segundo hijo nunca estaban más satisfechas que aquellas que tenían un solo hijo, independientemente de sus orientaciones familiares.

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