La Palma
Equipos de élite de la Guardia Civil despliegan un operativo especial de medición de gases tóxicos en La Palma
Las nuevas mediciones en los núcleos de La Bombilla y Puerto Naos revelan que hay zonas donde ha aumentado la concentración de gases tóxicos.
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Hace ya año y medio que el volcán de La Palma entró en erupción, quince meses desde que se apagara, pero sus señales siguen presentes entre los vecinos de la isla, especialmente entre los habitantes de los núcleos de Puerto Naos y La Bombilla donde la presencia de gases tóxicos derivados del volcán hacen imposible que puedan volver a sus casas.
Un equipo de Antena 3 ha podido acceder a estos núcleos acompañando a un equipo de élite de la Guardia Civil compuesto por agentes de la Unidad Central Operativa NRBQ y de la Unidad de Reconocimiento de Subusuelo, ambas especializadas en la medición de gases tóxicos y atmósferas explosivas. Se trata de un operativo especial que, desde que se apagara el volcán, hace un seguimiento periódico de las concentraciones de gases en estas zonas especialmente críticas. Esta es su séptima expedición a la isla y las nuevas mediciones no son nada optimistas porque revelan que, lejos de disminuir, han aumentado en algunos puntos.
El Capitán Marcobal, al mando del operativo, nos cuenta que miden en zonas previamente marcadas "por dónde creemos que se pueden filtrar los gases como son las cuevas, alcantarillas o grietas en la tierra y aunque su concentración depende de las condiciones meteorológicas y hasta de las mareas, estamos observando que no han bajado los niveles de CO2 o CO, que son gases tóxicos que desplazan al oxígeno y provocan que en esos puntos haya peligro para la vida".
Pero también miden en garajes y en viviendas y los resultados no son mejores "hay lugares concretos donde los detectores se disparan incluso están abiertos y ventilados".
"Un simple teléfono móvil podría provocar una deflagración"
Pero no es el único peligro que existe en estas zonas porque la concentración de gases potencialmente explosivos también es muy alta, más incluso que en la última medición de hace tres meses. "Acceder a estos lugares con un simple teléfono móvil podría provocar una deflagración con estas mediciones tan elevadas".
En nuestro recorrido con este equipo especializado accedemos a casas-cueva de La Bombilla, hoy abandonadas pero usadas hasta hace año y medio como lugar de descanso para los vecinos. Son los puntos más críticos, cerca de la tierra por dónde se filtran gases tóxicos que desplazan el oxígeno.
En tan solo unos minutos los detectores se disparan porque el nivel de oxígeno baja del 8%, "es un umbral incompatible con la vida que podría dejarnos inconscientes en tan solo unos segundos". El Guardia Civil Alejandro de la Unidad NRBQ nos explica que "si estuviéramos en ese punto sin equipo de respiración externa empezaríamos a notar dolor de cabeza y náuseas y en muy poco tiempo caeríamos inconscientes, por eso siempre vamos con detectores, incluso al aire libre".
Este equipo especializado, que pertenece al Servicio de Explosivos y Defensa NRBQ de Valdemoro, en Madrid, fue el primero en detectar que algo no iba bien en la costa de Tazacorte, en La Palma, justo después de que se apagara el volcán en diciembre de 2021. La lava no llegó a Puerto Naos y La Bombilla pero la vida no ha vuelto a sus calles. Sus vecinos esperaban poder regresar a sus casas y negocios después de que la erupción paró, pero las primeras mediciones de la Guardia Civil en aquel momento confirmaron las sospechas de los vulcanólogos y a día de hoy esos datos siguen arrojando el mismo resultado: La concentración de gases es incompatible con la vida. "Con esta situación es imposible permitir que la gente vuelva a sus casas, el riesgo es muy grande porque en cualquier momento una burbuja de gases puede salir por cualquier sitio y provocar un accidente fatal", asegura el Capitán Marcobal.
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En pocas horas este equipo de la Guardia Civil abandonará la isla pero saben que tendrán que volver. Mientras, la vigilancia continúa con equipos del Instituto Volcanológico de Canarias y del IGN que llevan año y medio monitorizando un volcán que sigue dejando una huella indeleble en los vecinos de La Palma.
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