Ni campanas metálicas, ni toneladas de cemento, incluso se ha intentado inyectar millones de pelotas de golf. Pero las últimas imágenes, muestran que de momento nada puede frenar el vertido. El sistema "top kill" utilizado habitualmente para sellar pozos petrolíferos a 1.500 metros de profundidad, no funciona.
Las sustancias inyectadas se están mezclando con el crudo. La empresa BP se encuentra desbordada y su máximo responsable, de visita ayer a la zona, no podía ocultar su consternación.
"La gente piensa que no me preocupo por el medio ambiente porque trabajo en una petrolera, pero yo navego, pesco, nado con mis hijos. Estoy destrozado de ver los daños y sólo puedo decir que haremos todo lo posible para limpiar esto lo antes posible", aseguró Tony Hayward, director ejecutivo de BP
BP ha gastado ya cerca de 1.000 millones de euros sin resultados. Este vertido, el más grave de la historia de los Estados Unidos, también se ha convertido en una pesadilla para Barack Obama. El chapapote en forma de críticas a su gestión de está catástrofe le empieza a salpicar. Los vecinos, cuya paciencia empieza a agotarse, aprovecharon ayer la visita del presidente para exigir soluciones.
"No hay nadie limpiando las playas. ¡Están llenas de petróleo!. Las olas siguen trayendo porquería y yo me desespero porque no puedo hacer nada", lamenta una vecina.
Esta catástrofe azota a una región que todavía no se había recuperado de la devastación provocada en 2006 por el Katrina.