Por primera vez narra la violencia, las humillaciones y los abusos a los que la sometió su captor, Wolfgang Priklopil, durante los ocho años y medio que duró su secuestro.
"Ya no te llamas Natascha, ahora eres mi esclava, así hablaba Priklopil a la pequeña Natascha Kampusch durante el tiempo que la mantuvo secuestrada.
Fueron 8 años y 3.096 días exactamente, y esa cifra es precisamente el título escogido por Natascha para sus memorias.
Más de 3.000 noches viviendo bajo tierra, intentando escapar, eso dice ella. Asegura que nunca perdió la esperanza ni el control, que sólo tenía que darse el momento adecuado porque Priklopil era un enfermo que controlaba cada movimiento.
"Tenía que pedirle permiso para sentarme, levantarme, hablar o girar la cabeza. Él me acompañaba incluso al servicio".
Cuanlquier error acarreaba un castigo: dice Natascha que llegaba apegarle hasta 200 veces a la semana con cualquier tipo de objeto.
Natascha quiere dejar claro que no había nada sexual: él la llevaba a veces a su cama y la ataba con esposas, no podía moverse y con la espalada llena de moratones era difícil, pero Natascha asegura "no era una cuestión sexual, sólo quería alguien que le abrazara".
Durante los años de infancia Priklopil actuó, dice la joven, como un mero intermediario de los que él llamaba los "verdaderos secuestradores".
Quizá se refiere Natascha a esa supuesta red de pederastía responsable de su secuestro.
La joven llegó a sentir simpatía por su captor, le veía a veces como un protector. Todos estos detalles son sólo eXtractos del primer capítulo del libro.
Las memorias salen a la venta este miércoles y el jueves, la propia Natascha leerá en voz alta, y en una librería del centro de Viena algunos pasajes de su propia vida.