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DONA EL 90% DE SU SUELDO, DE 9.000 EUROS ANUALES
La austeridad del presidente de Uruguay conquista las redes
A José Mújica le han bautizado como el "presidente más pobre del mundo". Le han pillado en sus vacaciones comiendo en un restaurante popular con gorra y zapatillas deportivas, lejos del lujo al que acuden otros mandatarios.
Mientras la lujosa Punta del Este recibe como cada verano aviones privados de famosos y millonarios proyectos inmobiliarios, una imagen del presidente uruguayo, José Mujica, comiendo en un restaurante popular en otro punto del país con gorra y zapatillas deportivas causa sensación en Facebook. Algunos medios de comunicación le han apodado el "presidente más pobre del mundo".
La instantánea muestra al mandatario sentado con su esposa, la senadora Lucía Topolansky, en el restaurante "Lo de Pepe" de la localidad de Carmelo, situada a unos 200 kilómetros al oeste de Montevideo. Y no es la primera vez que Mujica, del bloque izquierdista Frente Amplio, revoluciona la red.
El vídeo de su innovador discurso sobre el calentamiento global en la Cumbre de Río+20 en 2012 fue visto por cientos de miles de internautas. Tampoco es la primera ocasión en la que sale a comer a un restaurante corriente, pues visita con frecuencia algunos locales populares ubicados en los alrededores de la Torre Ejecutiva, la sede presidencial de Montevideo, en el centro de la capital uruguaya.
Fuentes oficiales han revelado que Mujica fue a Carmelo durante sus vacaciones de verano desde la residencia presidencial de verano de Anchorena, una estancia de más de 1.300 hectáreas ubicada a pocos kilómetros de allí. "Es muy común que vaya, a veces va a ver al humorista argentino Luis Landriscina, que tiene casa en Santa Ana de Colonia", explicaron las fuentes.
Colonia es el departamento en el que se encuentran Carmelo y Anchorena, donde Mujica y su esposa ocupan un recinto secundario llamado popularmente "El hotelito", en lugar de alojarse en el fastuoso edificio principal.
En 2010 el mandatario ya desechó mudarse a la Residencia presidencial de Suárez, en Montevideo, para seguir viviendo en su chacra (granja) de la periferia de la ciudad, donde cultiva flores y hortalizas que vende en los mercados locales. Pese a no vivir allí, en diciembre pasado Mujica celebró en Suárez una inédita cena navideña a la que invitó a ancianos, pacientes de siquiátricos y niños sin hogar.
El presidente, un exguerrillero tupamaro que pasó catorce años preso, la mayoría durante la dictadura uruguaya (1973-1985) y algunos en duras condiciones, tiene un patrimonio de 212.000 dólares (160.000 euros) y dona casi el 90 % de su sueldo, de unos 12.000 dólares mensuales (9.000 euros), a su partido y a la construcción de viviendas sociales.
Al tiempo que esta semana se inflaba la popularidad mediática del gobernante como "modelo de austeridad", a 350 kilómetros al oeste de Carmelo, los coches de lujo y las joyas brillaban por las calles de Punta del Este, donde el martes se presentó la Torre Trump, un proyecto inmobiliario de 100 millones de dólares (75 millones de euros). El negocio, ideado por el magnate estadounidense Donald Trump, prevé la construcción de un edificio de 25 pisos y 129 apartamentos, algunos de los cuales se venden por más de 3 millones de dólares (2,2 millones de euros).
Estas cifras no sorprenden, sin embargo, a los habituales del balneario y sus alrededores, donde hay hoteles como el Vik o el Fassano con habitaciones que cuestan hasta 1.000 dólares la noche (752 euros al cambio de hoy). En coincidencia con el verano austral decenas de aviones privados aterrizan en el Aeropuerto Internacional de Punta del Este y cientos de modernos yates atracan en la marina del balneario, al que la mayoría de uruguayos no puede acudir por sus prohibitivos precios.
Dos personajes clásicos de Punta del Este, las estrellas de la televisión argentina Marcelo Tinelli y Susana Jiménez, usaron este año helicópteros para desplazarse hasta sus estancias de las exclusivas zonas de José Ignacio y Garzón. Un panorama de lujo que no parece ser muy del agrado de Mujica, que en 2010 vendió la residencia presidencial de verano de Punta del Este, en la que sí se habían alojado algunos predecesores suyos, tras calificarla de "inútil".
La decisión del mandatario contrasta, sin embargo, con la gran promoción por parte del Gobierno uruguayo de ese destino de playa. No en vano el turismo representa el 6 por ciento del PIB nacional y genera 150.000 empleos en un país de apenas 3,3 millones de habitantes.
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