Enrique Bunbury durante el concierto Dcode

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10.000 VISITANTES MENOS QUE EL AÑO PASADO

Bunbury se convierte en el gran héroe del Dcode con las cifras de asistencia más bajas de su historia

Love of Lesbian y de Bunbury 'salvan' el Dcode 2016, con 10.000 visitantes menos que el pasado año.

Ni el septiembre más caluroso en décadas en la capital ha sido suficiente para descongelar el Dcode 2016, el cual, ya desde el anuncio de su cartel hace meses, dejó fríos y huérfanos a muchos de un gancho musical, de no ser por la presencia de Love of Lesbian y, sobre todo, de Bunbury.

El zaragozano, en plena celebración de 30 años de carrera, incluidos por primera vez los de su etapa con Héroes del Silencio, se ha ganado como pocas veces ese apelativo de adalid o campeón, tras sacar de cierto sopor a las cerca de 16.000 personas que se han acercado a la Ciudad Universitaria de Madrid en esta sexta edición.

Se trata de una de las cifras de asistencia más bajas de su aún breve historia, con 10.000 visitantes menos que el pasado año, cuando se vendió todo el aforo, merced al tirón de Sam Smith (quien finalmente no actuó por baja médica), Suede, Supersubmarina e Izal. Con solo dos temas de relativo éxito ('Lush life', 'Uncover'), la sueca Zara Larsson no posee la entidad para ocupar ese espacio, por mucho que la organización la aupara a los primeros lugares del cartel y ella se haya mostrado más que solvente en su espectáculo de pop con bailarinas.

Tampoco Eagles of Death Metal (EODM), supervivientes del ataque terrorista a la sala Bataclan de París el 13-N, se han mostrado capaces de rellenar el hueco. Gamberros adoradores del "rock-rock" de los 70, podía esperarse que el show de Jesse Hughes y compañía (en ausencia de Josh Homme) fuese más chisposo de lo que ha resultado finalmente.

A su favor no jugaba la hora del espectáculo, las siete de la tarde, pero sí han conseguido que para entonces el festival presentara una entrada de asistentes más que nutrida e, incluso, salir airosos tras los problemas del vocalista con un micrófono que no quería funcionar.

Con ellos, que actuaban a la vez que la mexicana Carla Morrison, una ganadora de dos premios Grammy Latino relegada al escenario pequeño, se ha vestido de largo esta edición, que arrancaba realmente a media mañana, con el aplaudido show de Petit Pop para padres e hijos, así como con Belako y León Benavente.

Dieciocho horas de música prometía la organización para aquellos temerarios que aguantaran desde esas primeras horas, a más de 30 grados al sol, con picos infernales en la sobremesa para poder disfrutar de M. Ward. Aunque el calor de verdad ha empezado a notarse, ya en horario nocturno, con los catalanes Love of Lesbian, que han puesto en órbita una pequeña parte de su 'Poeta Halley', último disco de la banda catalana, y una gran cantidad de éxitos, de '1999' a la imprescindible 'Club de fans de John Boy'.

'¡Un saludo a Supersubmarina, que sabemos que se están recuperando!', ha gritado en la despedida Santi Balmes, en recuerdo del grupo de Úbeda, protagonistas de la edición de 2015 y víctimas de un grave accidente de tráfico a principios de agosto.

Cuando después ha llegado el turno de Kodaline, grupo emergente con cierto tirón entre los más jóvenes, ha quedado más claro que nunca quién era la verdadera estrella de la jornada. En plena actuación de los irlandeses, pocos cedían su puesto y eran aún más los que llegaban para coger sitio ante el escenario 1 mientras se preparaba para la siguiente actuación, la de Bunbury.

Era su tercer envite en Madrid en mes y medio (a finales de julio fue protagonista de una noche en el Teatro Real y esta misma semana, de un concierto básico en una sala de la ciudad), pero el "hombre delgado que no flaqueará jamás" volvió a darlo todo ante una audiencia que, no siendo enteramente suya, difícilmente podía sustraerse a temas injertados en el ADN musical español.

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