Publicidad

La familia De Pablo nunca imaginó que abrir un negocio les iba a poner en el punto de mira, en la diana. Hace un año unos delincuentes abrieron un butrón en su joyería y desde entonces viven con el alma en vilo. Han convertido su comercio madrileño en una especie de bunker de seguridad. Alicia y su hija Yaiza no se quedan sólas más de cinco minutos y si salen siempre es con el móvil en la mano por si ocurre alguna emergencia. Tienen tanto miedo que ni siquiera se atreven a enseñarnos su casa, "por no dar pistas", dicen, y cuando se van nos ruegan "por favor no saques la matrícula de mi coche".

Todavía con la resaca emocional de lo ocurrido en Chile, en Caboallas de Abajo, un pueblo minero de León, muchas familias viven sabiendo que eso les puede ocurrir cualquier día a ellas. Jose Suárez lleva toda la vida picando en la mina. Con él vemos lo duro que es adentrarse bajo tierra de noche sabiendo que un mínimo accidente le puede costar la vida. Su mujer Irene y sus dos hijos no ven el día en que Jose se jubile "y ya no marche, se quede por fín en casa". Ese día dejarán de tenerle miedo al teléfono.

La familia Pérez vive con el corazón colgando a 200 metros de altura. Allí es donde todos los días se juega la vida Rafa. Trabaja en la construcción de un rascacielos en Benidorm colgado de un arnés a 40 pisos. Mónica nos cuenta que cada vez que piensa en el trabajo de su marido se le pone la piel de gallina. Le llamaría por teléfono contínuamente para asegurarse que todo va bien, pero sabe que no puede hacerlo.

David Encinas se despide todos los días de su mujer y sus dos hijas pequeñas sabiendo que si la suerte no acompaña, su vuelta está en peligro. Ya ha vivido algunos sustos y es consciente de que cualquier patrullaje en "territorio comanche", puede acabar mal. David es policía local en Cáceres.

Hace tiempo nadie hubiera dicho que en un matrimonio formado por bombero y enfermera, quien estaba en peligro era ella. Paco vive con el corazón en un puño porque Mercedes trabaja en un hospital de Murcia. Ha sido agredida y amenazada por el familiar de un paciente que no se sintió bien tratado. Lo sorprendente es que acompañándola en su trabajo descubrimos que el caso de Mercedes no es único.

Publicidad