Un 10 de marzo de 2007, en el municipio de Vecindario, en el sureste de Gran Canaria, Yeremi Vargas con tan sólo siete años desaparece a las puertas de su casa, mientras jugaba con sus primos en un solar cercano a su casa.
Comienza una búsqueda sin precedentes por tierra, mar y aire. Se peina Gran Canaria, una isla empapelada con carteles como este. Se barajaron todos los móviles posibles pese a que la familia apuntó desde el primer momento a un rapto.
Tiempo después, en el seno de la investigación del caso, que continúa abierto, con nueve agentes de la Guardia Civil, tres de ellos de Madrid, destinados a investigar cualquier pista relacionada con esta desaparición, se hizo público que ocho meses antes, otra niña de Vecindario fue raptada por un hombre que abusó de ella antes de que la pequeña pudiera escapar.
Como ésta se siguen cientos de líneas de investigación, todas sin resultado, entre ellas la de dos pederastas condenados por abusar de seis menores en Escocia trabajaban demasiado cerca de la casa de Yeremi Vargas.
Scotland Yard envió a la Policía y a la Guardia Civil un listado con una treintena de agresores sexuales británicos que podían estar en Canarias en las fechas en las que el niño desaparece. Su familia no ceja en su búsqueda mientras mantiene la habitación de Yeri, como le llaman en casa, intacta.
El 19 de abril de 2010 la familia vuelve a vivir otro momento de tensión. Distintos medios locales insisten en que se buscan los restos de Yeremi en el chalé Villa Edith, propiedad de Fernando Torres Baena, principal imputado del caso kárate, el mayor escándalo de abusos a menores.
Se descarta cualquier vinculación con este caso como ya se hiciera con el de Sara Morales, desaparecida también en Gran Canaria. Hoy el recuerdo de Yéremi está más presente que nunca en Gran Canaria. Es su cumpleaños.