Tres meses sin José, de dos años, y Ruth, de seis. Un total de 92 días sin saber qué fue de ellos aquel 8 de octubre de 2011.
En un parque de Córdoba, José Bretón, el padre, asegura haberles perdido. Las cámaras de seguridad, sin embargo, lo graban sólo. Según la policía, no llama desde el parque sino desde su casa para denunciar la desaparición.
La investigación se centra desde ese momento en una finca de la familia paterna, Las Quemadillas. Aquí encuentran los restos de una hoguera donde se habrían quemado recuerdos del matrimonio. A los investigadores les llama la atención la cantidad de juguetes y fotos de los pequeños que hay por toda la casa.
El 14 de octubre, José Bretón, acude por su propia voluntad a la comisaría. Aún no es sosprechoso hasta que cuatro días más tarde, es detenido por las contradicciones de su relato. Su abogado habla de un hombre muy afectado por su pasado militar y su participación en la guerra de Bosnia.
Dos semanas después de la desaparición, la policía lleva a Bretón al parque para la reconstrucción de los hechos. El padre de los niños insiste en su versión, sólo en un momento parece emocionarse, el juez ordena su ingreso en prisión.
El 3 de noviembre se efectúa un nuevo registro en Las Quemadillas, en presencia de Bretón, pero de nuevo ninguna pista. Tampoco en Las Graveras, en una cantera donde existen varios pozos, ni en el río, ni en las alcantarillas.
Durante las navidades, vecinos de Huelva escriben esta carta para intentar remover la conciencia de Bretón. Se la envían de forma masiva a la cárcel.
El año comienza con un nuevo registro en los alrededores de las quemadillas, también infructuoso.
Ni siquiera el encuentro de la madre de los niños con su todavía marido en la cárcel consigue arrojar datos sobre el paradero de los hermanos que sigue siendo un misterio.
