Operación antidrogas
La Policía Nacional desarticula el mayor punto de venta de drogas de la Cañada Real
Han realizado nueve registros en Madrid en los que se han requisado 11 kilos de estupefacientes, además de armas y más de 125.000 euros en efectivo.
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La Policía Nacional empezó el 23 de marzo la operación para desmantelar la organización criminal que regentaba el mayor punto de venta de droga en la Cañada Real. Allí se llegaban a vender más de 500 dosis diarias.
Durante la llamada Operación Andrómeda se incautaron más de 11 kilos de estupefacientes: 7 de cocaína, 2 de heroína y 2 de otras sustancias. También se encontraron armas de fuego, munición y más de 125.000 euros en metálico.
La Policía detuvo a 24 personas en los nueve registros que se realizaron de manera simultánea. Dos de ellos fueron en el punto de venta de la Cañada Real y el resto en las localidades de Alcalá de Henares y Morata de Tajuña, donde vivían los líderes de la organización, que por el momento siguen en prisión provisional.
Integrado por miembros de otros clanes
El punto de venta estaba dirigido por un conocido clan que, en los últimos años, se había impuesto al resto de los que existe en la zona hasta convertirse en el punto de venta más activo de la Cañada. Se les investigaba desde el 2021 y, según el jefe de la investigación, "la organización había estado ampliando el negocio en los últimos años y empezaba a ser peligrosa".
"Muchos miembros de otros clanes anteriores, como 'Los Kikos' o 'Los Gordos', formaban parte de esta nueva organización, así que se trataba de un grupo muy especializado, familiarizado con las investigaciones y procesos judiciales", explicaba el investigador jefe. "Las medidas que se utilizaban normalmente han resultado ser infructuosas".
Un laberinto de puertas falsas
Finalmente, se pudo intervenir al clan. Una operación compleja, especialmente en el punto de venta: "Nos encontramos con un laberinto con puertas falsas y tapiadas antes de llegar al búnker, el sitio donde se encontraban el dinero y la droga". Además, tenían las estufas de fuego encendidas e intentaron, en el momento del registro, deshacerse de la mercancía, llegando a provocar un incendio en la estancia.
En el resto de registros también se encontró dinero, armas y estupefacientes, escondidos dentro de las casas, en huecos hechos en la pared, incluso en latas escondidas dentro del lavavajillas. También los once coches registrados tenían compartimientos secretos donde escondían la droga.
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Toda una trama para que, en caso de registro, no se pudiera vincular a los miembros del clan con la actividad delictiva que estaban desarrollando. La investigación también descubrió que la organización tenía al principio un servicio de paquetería a través del cual enviaban droga a otros países de la Unión Europea, pero esta actividad cesó cuando la Policía interceptó un envío de un kilo de cocaína.
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