El 31 de julio el maquinista del tren Alvia siniestrado declara ante el juez por segunda vez. Un día antes la caja negra del tren desvela que mantuvo una conversación telefónica con el interventor del Alvia que los dos olvidaron mencionar en su primera declaración. El maquinista justifica por qué respondió a la llamada.
"A mi si, evidentemente, me llama algún compañero rechazo la llamada; pero al interventor sí (tengo que atenderla), porque me tiene que comunicar el estado que va el tren por dentro”, explicó Garzón en su segunda declaración judicial.
Tanto el interventor como el maquinista aseguran que esa llamada telefónica se debió a motivos profesionales. La llamada terminó segundos antes del accidente.
"(En ese momento) no tengo el teléfono y yo veo... cuando me doy cuenta que estoy circulando y que veo a lo lejos la curva ya cojo los dos frenos y hago así (hace el gesto de activar los frenos)", señala el maquinista.
El fiscal pregunta si esa conversación, sobre una parada posterior, no pudo haber esperado a detenerse en Santiago. El maquinista se descarga de culpa.
"Pudo haber esperado, pero yo tengo que responder porque yo no se qué es la llamada, puede estar incendiándose el tren por dentro, por ejemplo", añadió el maquinista ante el juez.
Francisco José Garzón no sabe aclarar hacia donde miraba mientras hablaba por teléfono. Sólo aclara que no se dio cuenta de que se aproximaba a la curva peligrosa.
"En ese momento no vi yo el peligro, el punto de referencia, porque yo, si lo hubiera visto, evidentemente, primero, primero atiendo lo que es eso y luego que le den por culo al teléfono", señaló Garzón ante el juez. "Por eso le pregunto hasta qué punto pudo usted darse cuenta usted de eso", le repregunta el fiscal. "No me di cuenta del punto de referencia", añadió de nuevo el maquinista. En el accidente murieron 79 personas.
