El bar Kresala de Torrero ha sido durante un mes, un local sin humos pero también sin clientes. La amenaza de cierre ha llevado a su dueña a convertirse en la última insumisa contra la ley.
Pionero en esta protesta fue un asador de Marbella. El 4 de enero, el humo de sus clientes volvió al local y se extendió rápidamente a otros bares en Teruel, Castellón o Valencia.
Sin embargo, en Cáceres, el dueño de una bolera fue el primero en sufrir los "malos humos" de un fumador. Otros hosteleros vascos ampliaron por su cuenta la prohibición de fumar a la posibilidad de comprar tabaco. Solo en la Comunidad Valenciana, este sector preveé el cierre de uno de cada cuatro bares antes del verano.
A los clientes fumadores solo les ha quedado manifestarse con más voluntad que poder de convocatoria. Durante este primer mes de vigencia se han recibido 1.138 denuncias lo que significa para organismos y asociaciones un alto cumplimiento de la ley.
Además, el dato más positivo es que más de 3 millones de personas reconocen estar dejando de fumar. Se han disparado las terapias de hipnosis y acupuntura y en muchas farmacias se ha agotado el cigarrillo electrónico. Los dueños de pubs y discotecas han agudizado el ingenio y han creado la figura del guardacopas para no perder clientela. También los bares han desempolvado las terrazas de verano y las han acompañdo de braseros y estufas.