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Después de mucho tiempo, la familia Castillo está al completo, Jimena vuelve a ver la sonrisa de su hija, vuelve a estrecharla entre sus brazos, a cuidarla y eso vale todo el dolor que ha vivido. Jimena está convencida de que nada las separará, ahora conoce su don, sabe que puede predecir el futuro, y nunca más volverá a dudar de ella.
Pero ver el futuro muchas veces no es un don, sino una maldición, y Blanca lo sabe mejor que nadie. Justo en el instante en que más feliz está con su madre una imagen le viene a la cabeza. Es una premonición en la que ve cómo Padre entra en casa, mata a la familia y vuelve a secuestrarla junto a Carlos y Lucía.
Blanca no puede mantener esto en secreto y se lo cuenta a toda la familia. Alarma general, no pueden quedarse en esa casa, Padre les encontrará, así que hay que largarse de Valleperdido antes de que Padre llegue y la premonición se cumpla. Tienen que evitar que el destino se cumpla.
Así, como una lucha contra su propio destino, empieza la huída de los Castillo. Una huída para escapar de un porvenir macabro e injusto que les irá persiguiendo allá dónde vayan. Porque Blanca no sólo tendrá una visión, sino varias, y en ellas Padre siempre acaba encontrándoles y lo peor, ellos siempre acaban muertos.
La familia está en peligro y va a hacer todo lo posible por cambiar esa fatalidad, pero ¿Conseguirán escapar de este nefasto destino? ¿Volverán a Valleperdido o tendrán que empezar una nueva vida en otro sitio? ¿Lo harán todos juntos o separados?
Los Castillo tendrán que enfrentarse a todos estos misterios, y eso les obligará a tomar decisiones que nunca hubieran imaginado, decisiones difíciles de asumir, decisiones que sin duda lo cambiarán todo.
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