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Y en todas esas situaciones hay una familia detrás. Maneras de vivir les conoce y les acompaña en su lucha diaria por salir adelante a pesar de los obstáculos. Dificultades que esas familias consiguen superar sin venirse abajo.

Hace sólo 3 meses, Jordi trabajaba como arquitecto en Barcelona. Tenía su oficina y un chalet de 600 metros donde pensaba vivir tranquilo con su mujer y su hija. La empresa cerró y hoy recorre con su taxi las calles barcelonesas durante 14 horas al día para ganar un sueldo que al menos le permita mantener el chalet. Jordi se considera, aun así, un afortunado y reconoce que no hubiera podido salir adelante sin la ayuda de su padre y su familia.

Es lo que repiten una y otra vez los Olivas, un matrimonio de Puerto Serrano: menos mal que está la familia. En los buenos tiempos fueron empresarios, tenían una carpintería con una decena de empleados y una tienda de muebles. Se habían hecho fuertes en Marbella y ganaban casi 600.000 euros al año. Ahora recogen aceitunas para poder ir viviendo y al menos pagar las deudas. La abuela les da la comida y mantienen el chalet de dos plantas a medio hacer.

Los Gómez Orozco disfrutaron como nunca cuando su hijo Francisco, licenciado en Derecho, empezó a trabajar de abogado. Le imaginaban en su despacho con traje y corbata. Pero la crisis les despertó del sueño. Y Francisco ha pasado de trabajar en un despacho a limpiarlos. Ahora trabaja en una empresa de limpieza y se saca un sobresueldo lavando coches.

Tampoco se imaginaba Diana que embarazada de cinco meses iba a estar limpiando portales cuando hace un año su marido llevaba 3.000 euros al mes a casa. Está cansada, cada dos por tres vende las pocas joyas que les quedan en un compro-oro, pero dicen entre sonrisas que no está dispuesta a quedarse en casa llorando. Igual que Los Gómez están Los Lozano. En Arcos de la Frontera muchas amas de casa se han lanzado a la calle a buscar el dinero que sus maridos ya no pueden llevar a casa.

La cola de la oficina del Inem de Parla es la más larga de todo Madrid. A la una de la mañana empiezan a llegar parados para conseguir un número que les abra la puerta a un trabajo o al subsidio. Arantxa es la hija de la familia López Jiménez. Está casada y tiene un niño, Roberto. Trabajaba en la hostelería, se ha quedado en el paro y lleva desde las seis de la mañana esperando que den las nueve aunque hoy es un día especial: tiene una entrevista de trabajo que puede cambiarle la vida.

 

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