¿Lo hablamos?

La revelación de Jero García sobre su infancia y el TDAH en '¿Lo hablamos?': "Ese ejemplo lo tenéis aquí sentado"

A los 36 años le diagnostican TDAH y con esa batalla ha tenido que lidiar durante toda su vida. Ahora ayuda a jóvenes a superar el bullying, exclusión social y violencia. Jero García lo cuenta en el debate digital '¿Lo hablamos?'.

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El educador Jero García, anteriormente boxeador profesional, ayuda a niños y adolescentes a superar la exclusión social y la violencia doméstica. Lo hace a través de su fundación, donde también instruye a monitores en aspectos como el abuso sexual o el bullying. Pero su historia de vida va más allá.

A corta edad comienza a tener "problemas mentales y desequilibrios emocionales muy graves". Ni él ni su entorno saben lo que le ocurre, pero todos intuyen que algo no va bien. Mucho tiempo después, al cumplir 36 años, llega el diagnóstico definitivo: trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH). "Hacía actividades que no eran demasiado positivas porque de esa manera segregaba dopamina y me iba equilibrando. Durante 36 años me tocó sufrir mucho, pero cuando me diagnosticaron empecé a encontrar la solución", recuerda Jerónimo García.

Comenzó en el boxeo para intentar superar su dura infancia y sin saberlo encontró mucho más: constancia, sacrificio, disciplina, motivación y pertenencia al grupo, valores que aplica en su día a día. Utilizando la jerga de este deporte, lo que le aconseja a los padres es "estar en guardia" para detectar posibles cambios de conducta en sus hijos que denoten un problema mayor: "Un padre, por el mero hecho de serlo, tiene que ponerse en guardia y estar concentrado. Permanentemente atento a lo que pueda ocurrir", afirma.

Romper con el estigma

Su experiencia personal le ha servido para ayudar a otras personas que se encuentran en la misma situación. Jero García cuenta que cuando lo contactan padres que tienen hijos con TDH lo primero que les pregunta es si les han explicado a los niños lo que les está pasando. En este sentido reconoce que todavía hay mucho camino por recorrer: "Les pregunto a los padres si les han contado a sus hijos que tienen un superpoder y que tienen que saber manejarlo. La gente tiene miedo a la estigmatización y en estos casos el papel de los padres es primordial. Como he sido el peor padre del mundo tengo la legitimidad para poder decir esto", afirma.

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