Los vecinos del barrio barcelonés del Poble Nou no pueden más. Están cansado de aguantar bajos sus casas, en plena calle todo tipo de espectáculos desagradables.
La zona, que ya se conoce como el Triángulo Golfo, cuenta con apenas una decena de bares, pero cada noche son cientos los jóvenes que se juntan en la vía pública para hacer botellón.
Los locales cierran a las tres de la madrugada, pero los lateros se encargan de que el alcohol no falte hasta que amanezca.
Las borracheras derivan en peleas, todo tipo de alivios en esquinas y portales, ruido y, en general, inseguridad para los vecinos y transeuntes.
La Guardia Urbana ha intensificado sus controles, pero los vecinos creen que es insificiente y piden el cierre de los bares de copas con la esperanza de que los altercados se alejen de sus casas.