Pirómanos

Joven, con baja autoestima e impulsivo: así es el perfil psicológico del pirómano

Más del 96% de los incendios son ocasionados por el ser humano, pero tan solo el 8% son obra de los pirómanos.

La mente de un pirómano

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España arde. En los diez días que llevamos de agosto, ya se han quemado alrededor de 2.400 hectáreas. Esas hectáreas se suman a las casi 46.000 ya calcinadas durante todo el año, según la última estimación del Sistema de Información Europeo de Incendios Forestales (EFFIS).

Las causas de los incendios forestales son variadas: desde las altas temperaturas hasta los rayos. Sin embargo, dentro de esas causas, destaca una: las humanas. Según Greenpeace, el 96% de los incendios con causa conocida en España son ocasionados por el ser humano, ya sea por negligencia o de manera intencionada. Es decir, que detrás de cada incendio hay una motivación.

Aunque la mayoría de los incendios son obra de los humanos, solo el 8% los ocasionan los pirómanos. Por tanto, ¿qué diferencia hay entre pirómano e incendiario?

Pese a que ambos términos se utilizan como sinónimos, no significan lo mismo. Por un lado, un incendiario es aquel que provoca un incendio de forma deliberada y que actúa por venganza, por interés económico, por vandalismo o por una negligencia grave. Por otro lado, un pirómano es una persona que sufre una patología psicológica y que no puede controlar sus impulsos antes de incendiar una zona.

De hecho, no todos los pirómanos son plenamente responsables a nivel penal. El diagnóstico de un pirómano puede, incluso, ser considerado atenuante de responsabilidad penal si se acredita que el trastorno afecta a sus capacidades cognitivas.

Joven y de carácter impulsivo: dos de las características del pirómano

Los pirómanos suelen ser hombres jóvenes, con un rango de edad que oscila entre la adolescencia y los 40 años. De forma habitual, estos hombres tienen dificultades de integración social, baja autoestima y circunstancias sufridas en la infancia como abandono, traumas o abuso.

Su nivel laboral tiende a ser bajo y, entre su historial, pueden encontrarse conductas destructivas desde pequeños, como maltrato animal o vandalismo.

Otro de los componentes más importantes en este tipo de personas es la impulsividad. El acto de encender un fuego no está premeditado, sino que responde a un impulso incontrolable. Antes de que cometan el incendio, suele experimentarse en su interior una creciente tensión emocional que solo consiguen paliar tras llevar a cabo el acto.

Unido a lo anterior, cuentan con rasgos como la fascinación por el fuego. Hay algunos casos en los que el pirómano se queda en la escena del incendio como espectador o incluso, colabora como voluntario en tareas de extinción del fuego.

Asimismo, un pirómano no tiene una motivación externa que le anime a ocasionar un fuego. Su conducta se explica por una necesidad intrínseca o desregulada.

Por último, los pirómanos presentan reincidencia y vuelven a cometer otros incendios con el tiempo.

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