Robos
Aprovechan que está oficiando misa para robarle el móvil al cura
En la parroquia de San Pedro y San Pablo de Coslada ya están muy hartos de tanto robo. Lo último ha sido que, mientras que el sacerdote oficiaba misa, los cacos entraron en la sacristía -situada a escasos metros del altar- y le robaron el teléfono móvil. Es el último caso, pero no el único.
Publicidad
En la sacristía están guardados los ornamentos y otros objetos pertenecientes al culto, pero estos no fueron los que interesaron al autor, o autores, de los hechos. Y es que ellos prefirieron la tecnología a los dorados de algunos objetos que allí se pueden guardan. Se supone, según fuentes policiales, que, aprovechando el momento de la Eucaristía, registraron entre sus ropas y le robaron el teléfono móvil, además de otros objetos de poco valor que no se han precisado.
Los hechos se están investigando, pues a este caso se debe añadir que, en los últimos meses, también han sido denunciados los hurtos de algunos otros teléfonos móviles de feligreses que acuden a dicha parroquia.
En 2017 ataron y golpearon al cura
El día 24 de febrero de 2017, tres encapuchados agredieron al párroco de dicha iglesia en Coslada para robarle 800 euros, varias llaves y su teléfono móvil. La agresión sucedió cuando llamaron a la puerta de la vivienda de Arturo López -ya fallecido-, situada en la misma iglesia, y este les abrió. Después de robarle, le ataron de pies y manos mientras le sometían a golpes. En esas fechas, la Policía Nacional de Coslada investigó el asalto, que calificaron de brutal debido a la violencia que emplearon contra el cura, que tuvo que ser hospitalizado a causa de las heridas sufridas. Finalmente, los implicados fueron detenidos: el cabecilla vivía en Coslada, muy cerca de la iglesia del cura agredido.
Esta circunstancia anterior hace que la Policía tenga una mayor facilidad para rastrear si pudo ser algún vecino el nuevo ladrón de la parroquia de San Pedro y San Pablo de Coslada, una de las más antiguas de la localidad madrileña. Las iglesias han sido siempre un objetivo de los amigos de lo ajeno, aunque no precisamente buscando tecnología, sino dinero o antigüedades que luego puedan revender.
Las iglesias, objetivo de los cacos
Este pasado mes de febrero, cuatro encapuchados robaron en tres iglesias de los municipios murcianosde Caravaca de la Cruz y Moratalla -concretamente en las pedanía caravaqueña de Barranda- y en las localidades de Archivel (pedanía de Caravaca) y El Sabinar (perteneciente a Moratalla). Se llevaron dinero en efectivo procedente de las colectas. Días antes se había celebrado el día de la Virgen de la Candelaria, patrona de Barranda. La cuantía, se supone, habría sido abundante. Un año antes fueron detenidos una banda de adolescentes que se habían especializado en este tipo de robos.
El pasado mes de enero se produjo otra 'oleada' de robos en iglesias de Penagos y Pámanes (Asturias). Hasta ocho templos de los valles pasiegos fueron desvalijados llevándose el botín del denominado 'cepillo' -contribución económica voluntaria que realizan los feligreses- y ornamentos y objetos de plata.
Galicia también tiene su historial en cuanto a robos en iglesias. Tres robos fueron cometidos en Petos de Ánimas en santuarios ubicados en caminos, encrucijadas e iglesias. Otro delito de robo con fuerza en la iglesias de Antas, en A Lama, y un robo con fuerza en grado de tentativa en la iglesia de Corredoira, en Cerdedo-Cotobade. Tras varias semanas de investigación, en la que participaron el Equipo EBIO de la Compañía de la Guardia Civil de Pontevedra, junto con los Puestos de Cerdedo-Cotobade y Ponte Caldelas, se mantuvieron entrevistas con testigos de los hechos, así como apostaderos en las parroquias en las que se violentaron los petos de ánimas y las iglesias, pudieron identificar al autor de los hechos.
Monaguillos y feligreses también han colaborado en este tipo de hurtos. En la iglesia de San Cipriano (Pontevedra) varios ayudaron a un exsacristán a saquearla. En este caso el botín fueron objetos litúrgicos, documentos, tallas y figuras. El hombre aprovechó el período en el que el cura estuvo hospitalizado para llevarse a su casa y a la de su madre numerosos enseres litúrgicos.
Publicidad