Álex Gómez-Marín
Álex Gómez, el científico que cruzó el umbral de la muerte y pidió volver del 'más allá': "Soy más fiel a la ciencia ahora que antes"
¿Y si después de que tu cuerpo muera hay algo en ti que sigue vivo? Así nos relata este científico su regreso del 'más allá'.

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No quiere que la gente le conozca como el 'doctor muerte', porque su mensaje es un mensaje a la vida. Es una llamada de atención a no conformarse y a seguir investigando porque quizás haya algo más que hasta el momento creímos imposible. Álex Gómez-Marín es físico y neurocientífico tiene 44 años y hace 5 murió y resucitó.
Es importante decir que no trata de "convencer a nadie" ni tampoco busca "batallar". Acepta que habrá gente que no crea su historia, sabe que algunos la tacharán de "pseudociencia", pero él solo quiere "contar, contar y contar" eso que vivió. "Contar mi experiencia, contar que hay ciencia en ello y luego contar que hay gente que se atrevió a contarlo".
Remontémonos 5 años atrás, era domingo y Álex estaba en su casa con su familia. 18 meses antes había nacido su hija pequeña y esa tarde no se encontraba bien. Recuerda encontrarse "muy, muy, débil", se da cuenta de que probablemente tenga un sangrado en alguna parte del aparato digestivo. Una ambulancia lo lleva al hospital, donde pasará las próximas semanas. "Pasan 9 días hasta que descubren de dónde viene el sangrado, después unos días más tras pasar por quirófano y también estuve en la UCI".
Dos experiencias cercanas a la muerte
Fue en esos días en los que los médicos trataban de averiguar el origen de la fuga cuando Álex va "perdiendo, poco a poco, mucha sangre. Cada vez estoy más débil y, en ese apagarme, la tarde del jueves tengo estas visiones. En una de ellas estoy en un pozo, hay una luz arriba y hay tres personas, tres figuras que me están esperando. Yo sé quiénes son. Es una sensación de paz, de tranquilidad, yo sé perfectamente lo que está sucediendo. Nos comunicamos sin palabras, sabemos lo que está pasando. Sé por qué estoy ahí y sé, que si acepto su ayuda para salir de ese pozo y cruzo la luz amarilla que viene del otro lado, moriría. Entonces yo les pido, les pregunto, insisto sin palabras, volver, poder regresar y me despierto, despierto de nuevo en la cama del hospital".
Esta es la experiencia cercana a la muerte que cambia el futuro de Álex, pero no es la primera. Justo antes tuvo otra. "Estaba en un lugar, en un pueblo antiguo, y hay animales gigantescos, de 4 o 5 metros. Un tigre, un oso con cabeza de jirafa y tienen fuego en su cabeza y ese fuego lo van colocando encima de mi cabeza y luego se convierten en alfombras voladoras y se van a las montañas". Esas fueron las dos visiones que tuvo en el hospital, pero que no fue hasta tiempo después que empezó a reflexionar sobre ellas y a preguntarse: "¿Qué significa esto que he visto allí?".
Le hacemos la pregunta de diferentes formas. ¿Cuándo entendiste que tu experiencia fue real y no un sueño o una visión? ¿Pensaste en algún momento que estabas perdiendo la cabeza? Su respuesta es segura. "No, la verdad es que no. El estado en el que uno está en un hospital cuando está muy mal crea un clima mental en el que esta experiencia es como un punto extraño y extraordinario que tú te la guardas y luego sigues. Cuando uno vive aquello, al menos en mi caso, es que uno está en otro lugar. Es como si estuvieras en otro lugar, vives aquello y te quedas impregnado. Las experiencias cercanas a la muerte son absolutamente únicas, uno está allí y uno no duda, sabe perfectamente lo que está pasando. No puede compararse con casi nada", trata de explicarnos.
Añade que para él "fue hiperreal. Yo sueño como todos, pero yo supe que aquello que había tenido, le llamamos sueño porque no sabemos dónde colocarlo, era un sueño de otra clase. Superreal, superpoderoso y quedó en mi memoria y al revisitarlo me di cuenta de la importancia que tenía para mí y para la ciencia".
De su experiencia nos llama la atención que él es quien decide regresar. ¿Qué ocurre con las reanimaciones? ¿Y si algunos pacientes que también pasan por esa experiencia cercana a la muerte no quisieran regresar de ese más allá? "Es delicado, yo en mi caso recuerdo decirles algo así como ahora no, gracias. Mi sensación fue que les pedí regresar y regresé, no digo que fuera por mi voluntad, pero yo lo pedí. También es verdad que al mismo tiempo se te concede regresar, yo creo que no lo decides tú. La mayoría de casos son lo contrario. Mucha gente muere mal, con dolor y cuando esa membrana se va difuminando, cuando uno se aproxima a la muerte, empiezan a pasar cosas. Hay un proceso de preparación. Si uno lo está pasando mal en el más acá y de repente tiene un pie en el más allá, donde se está realmente bien, es normal que de repente, cuando se despiertan en la cama, digan: ¿pero qué hago aquí? Y ojo, no estoy invitando a la gente a que se vaya, solo estoy diciendo que los que hemos estado con un pie allí se está divinamente. Ahora bien, cirujanos me han contado de pacientes le han preguntado: Doctor, ¿usted por qué me resucitó?", reflexiona para concluir: "Es imprescindible que traten de traer de vuelta a las personas, incluso aunque estuvieran muy bien allí, ya regresarán".
Ciencia en el umbral de la muerte
Lo cierto es que las experiencias cercanas a la muerte existen desde el principio de los tiempos, sin embargo, quedan envueltas en un oscurantismo del que nunca salen. Hay investigación científica extensa sobre el tema, pero no llega a conocerse. ¿Por qué? "Exacto", comenta el neurocientífico para añadir "se queda un poco en la sombra. Hay muchas experiencias que no se cuentan y hay ciencia en las experiencias que tampoco se cuenta. Se queda un poquito escondida y yo trato de aflorar estas cosas". Por ello, en su libro 'La ciencia del último umbral' reconoce la valentía de esos primeros pacientes que dieron el paso de contar su experiencia y también de esos primeros médicos que se atrevieron a escucharlos.
Y es que no hay que dejar de lado que Gómez-Marín es científico. Le preguntamos si tuvo miedo de que hacer pública su experiencia tuviese un coste profesional en su carrera, pero él mismo reconoce que al regresar del "más allá", "soy el mismo, no soy mejor persona, pero sí que vuelves con fuerza porque es verdad que algo de nosotros no muere. Yo me tendría que haber muerto a los 39 y regresé, entonces, 'de perdidos al río', decidí investigar. ¿Qué me puede pasar? ¿Que hablen mal de mí? Yo empecé otra vida y también otra vida científica, podía seguir haciendo mi ciencia ortodoxa hasta la jubilación o decir: yo esto lo quiero contar, lo quiero estudiar" y añade: "Cuando a mí alguien me dice que esto es pseudociencia, sonrío. Digamos que no me intimida absolutamente nada lo que alguien pueda decir, al final tampoco quiero batallar. Es otra fidelidad a la ciencia. Yo creo que soy más fiel a la ciencia ahora que antes, porque la ciencia es ir a buscar lo desconocido".
Y en ese desconocido hemos de hablar de definiciones porque, ¿de qué estamos hablando? ¿Hablamos de alma? ¿Hablamos de espíritu? ¿Hablamos de consciencia? ¿De personalidad? "Estamos en preescolar, nos han venido diciendo que lo único que existe es la materia y que, cuando el cerebro se apaga, todo se apaga y hemos de decir: cuidado, cuidado, porque la ciencia parece sugerir que no, que algo sobrevive incluso cuando tu cerebro se apaga". Continúa Gómez-Marín: "Unos dicen que es la mente, otros la consciencia, alguien más religioso diría que estás hablando del alma...no quiero discutir sobre lo que no tenemos en común, quiero enfatizar que algo sobrevive, que probablemente es lo que todas las tradiciones y religiones vienen diciendo. Hay algo de nosotros que probablemente no muere y lo podemos investigar. Hay algo de ti que probablemente no vaya a morir, luego ya veremos qué nombre y apellido le damos".
Religión y ciencia tienen que hablar
No podemos terminar sin hablar de religión y es que, como explica en su libro, religión y ciencia tienen que hablar. "Es un poco cansino ver que la religión, por su dogmatismo, y la ciencia, también por su dogmatismo, están discutiendo entre ellas mientras la sociedad tiene sed de que le hablen de espíritu, pero no sabe como porque mucha gente tiene alergia a la religión y cada vez más también tiene alergia a la ciencia. Está muy bien tener fe, pero yo apelo a la experiencia. Es volver al campo de lo que cada uno sabemos, no buscar que el científico de bata blanca, o el sacerdote de bata blanca, te diga lo que tienes que creer o lo que tienes que hacer", indica el científico, que termina advirtiendo: "No ofrezco muchas respuestas, pero lo que sí que ofrezco son muchas preguntas. Vengo como experto a decirle a la gente, no se crea al experto. Cree en tu propia experiencia".
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