Guerra Israel

Las razones oficiales (y no oficiales) del viaje de Joe Biden a Israel

Joe Biden ha llegado a Israel donde se ha abrazado al primer ministro israelí que le esperaba a pie del avión. El presidente de EEUU avala la versión del gobierno de Netanyahu.

El presidente estadounidense Joe Biden y el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu

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Cuando la presidencia Joe Biden haya quedado muy atrás y el conflicto palestino esté en una nueva etapa y muy probablemente no solucionado, se echará la vista atrás y se considerarán como cruciales estas horas de Joe Biden en Israel.

Nunca en tiempos recientes un presidente estadounidense ha ido a una zona en conflicto anunciándolo por adelantado. Si se ha hecho esta vez es, obviamente, porque hay razones para ello.

Las razones oficiales son, por un lado, explicitar el apoyo a Israel y, por el otro, reforzar las aspiraciones de ayuda humanitaria.

En realidad las razones son otras tres: por un lado, trasladarle a Israel -junto con el apoyo- la advertencia de que el conflicto no debe expandirse y, por tanto, deben limitarse todo lo posible las acciones contra la población civil de Gaza, de tal modo que ni terceros actores -Irán, Hizbulá, milicias iraquíes, etc.- lo usen como pretexto para actuar ni la población musulmana se levante en el mundo en indignación incontrolada

La segunda razón era mostrar también empatía y consideración con Palestina en particular y el mundo árabe en general, reuniéndose Biden con el presidente de la Autoridad Palestina Mahmoud Abbas, con el rey de Jordania y con el presidente egipcio. El ataque sobre el hospital de Gaza y la consiguiente reacción en las calles del mundo árabe han hecho imposible estos encuentros.

Tras declarar tres días de luto, Abbas ha asegurado que necesita regresar desde Amman a Ramallah y el rey Abdullah y El Sissi no ven sentido entonces al encuentro -y es mejor para ellos y la estabilidad de sus países e incluso para Estados Unidos, que lo último que necesita es que estos líderes se tambaleen.

La tercera razón era enviar un mensaje supuestamente más claro aún de que nadie más debe implicarse en el conflicto. Si esto tiene efecto, se verá pronto.

Es probable que a Irán no le interese una guerra abierta. Pero es igual de evidente que no teme a la administración Biden y que es perfectamente capaz de sostener, como ahora, una guerra encubierta.

Hasta dónde y con qué precisión es un cálculo de alto riesgo del que depende buena parte de la resolución del conflicto.

El viaje de Biden se ha quedado cojo y el capital estratégico que calculaba tener sobre Israel se ha visto tan afectado que ahora el presidente estadounidense corre más bien el riesgo de convertirse en rehén político de cualquier acción que tome Israel.

O dicho de otra manera, a Biden le acaba de ocurrir lo que a casi todo el mundo en Oriente Medio: las circunstancias le han llevado a una posición dramática con la que no contaba.

La única diferencia es que cuando eso le ocurre al presidente de Estados Unidos las consecuencias suelen afectarle a todo el mundo.

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