Huertos familiares
Galicia lidera el mapa nacional de huertos familiares: "Comes tomate que sabe a tomate y además ahorras"
En plena escalada de precios en la alimentación, miles de gallegos están recurriendo a una solución tan antigua como efectiva: cultivar su propia comida. La tendencia se dispara y cuando no tienen terreno, lo alquilan.

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Son las nueve de la mañana y Javier nos enseña orgulloso su producción. "Tomates, lechuga, calabacines, pimientos. Alguna berenjena, habas, patatas…lo básico".
Desde hace tres años Javier Aller tiene dos terrenitos en un huerto urbano de Cambre. Los visita cada día.
La superficie de huertos familiares en Galicia ha crecido un 30% en solo un año, hasta alcanzar casi las 29.000 hectáreas, según datos del Ministerio de Agricultura. Es la comunidad con mayor superficie dedicada a cultivos de autoconsumo en España. ¿El motivo? Ahorro directo, independencia alimentaria y productos más sanos y sabrosos. "Hoy el tomate que compras no sabe a tomate. El que tú cultivas, sí. Y además, te ahorras mucho", dice Javier Aller, usuario de 'Hortas come san', un huerto urbano de alquiler en Cambre.
Los cálculos son claros: una familia gallega puede ahorrar hasta un 40% en alimentación cultivando parte de lo que consume. Unos 740 euros al año, por persona, según Unións Agrarias.
"No es que uno se haga rico, pero sí se nota el ahorro. Una caja de patatas, varias lechugas, tomates… Lo plantas por unos céntimos y lo consumes durante semanas", explica David Camaño, creador del proyecto 'Hortas come san', una iniciativa con tres años de vida que alquila 29 parcelas que ahora están completas. "Es temporada altísima. Esto no para de crecer. Los que no tienen finca… alquilan, ahora mismo tenemos lista de espera", añade David.
En entornos urbanos, donde no es posible tener huerto propio, el alquiler por parcelas se ha convertido en una alternativa práctica. 'Hortas come san' en plena zona semiurbana, rodeada de viviendas, se ha reconvertido un terreno de maleza en un activo productivo, rentable y sostenible.
Pepe García, dueño original del terreno, celebra la transformación: "Antes esto estaba lleno de silvas. Ahora es un huerto cuidado, limpio, que no solo alimenta a familias, sino que evita incendios, funciona como cortafuegos".
En los últimos años, los precios de frutas y hortalizas frescas se han incrementado significativamente. "Al mismo tiempo, la calidad ha descendido. Muchos productos en supermercados provienen del extranjero, con menor control fitosanitario y escaso sabor", nos apunta Javier Aller. "Es que un producto que cultivas tú no tiene nada que ver con lo que compras, no hay color", sonríe Pepe.
Galicia, donde gran parte de la población aún conserva vínculos con el campo, ha visto cómo el envejecimiento activo ha impulsado el fenómeno. Muchos jubilados están recuperando fincas familiares o alquilando huertos para su propio autoconsumo, lo que genera una economía local en torno a la tierra.
Camaño lo corrobora: "Hay demanda. Mucha. Pero más que una moda, esto ya es una necesidad. La gente busca salud y ahorro". Y Galicia, con su tradición agrícola y sus tierras fértiles, está liderando esta revolución silenciosa.
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