RENFE
Viajar en tren en España: por qué cada semana puede ser un suplicio para miles de pasajeros
Los fallos técnicos, la falta de inversión y el envejecimiento de la red ferroviaria están detrás de una crisis que se arrastra desde 2008. Diego Martín, Secretario General de SEMAF, hace un balance de las consecuencias de la falta de planificación ante la liberalización del sector y el aumento del tráfico.

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Los retrasos en los trenes están a la orden del día. Cada semana -o casi cada día- se producen incidencias y la crispación de los viajeros no deja de aumentar. Pero el problema no es nuevo. Viene de muy atrás. "Estamos sufriendo las consecuencias de esa no planificación durante los últimos 15 años", señala Diego Martín, Secretario General del Sindicato Español de Maquinistas y Ayudantes Ferroviarios (SEMAF).
Los incendios que este verano han azotado al país sirven como explicación a algunos de las incidencias, pero no son la raíz. A ello se suman los continuos fallos técnicos en infraestructuras y en los propios trenes. El pasado 10 de agosto, por ejemplo, un Alvia con 427 pasajeros se quedó detenido en Almodóvar del Río (Córdoba) en plena ola de calor, lo que provocó retrasos de hasta tres horas en la línea Madrid-Cádiz. Días antes, un fallo en la catenaria interrumpió la alta velocidad Madrid–Sevilla, obligando a remolcar trenes con locomotoras diésel y generando retrasos en cascada durante toda la jornada. En Cataluña, una avería en la señalización dejó fuera de servicio la línea R4 de Rodalies. Todo esto ocurrió solo en agosto, un mes negro para la circulación ferroviaria.
La liberalización y el aumento del tráfico
La línea Madrid-Sevilla es un buen ejemplo de la situación. Aunque fue recientemente renovada, es la que más incidencias acumula. "Ha aumentado tanto el volumen de tráfico que hay un desgaste tremendo. No es algo puntual de ahora, son las consecuencias de todo un proceso", explica Diego. El origen está en la falta de inversión de hace más de una década: "En 2008 se dejó de invertir en infraestructura ferroviaria, solamente para construcción. Después de la pandemia hemos retornado a unos servicios normales y hemos ampliado con la liberalización, y no se ha adaptado la infraestructura anteriormente a esa nueva oferta de trenes".
Mientras tanto, las grandes estaciones como Madrid y Barcelona tratan de transformarse y adaptarse a esa nueva realidad, pero llegan tarde. "Esa falta de inversión y planificación durante 17 años y aumentar los servicios hace que haya más incidencias y que los viajeros sufran mucho más". El incremento de viajeros también juega un papel clave. La gratuidad de algunos abonos disparó la demanda del servicio público, que mueve al 80% de los usuarios. "Eso también hace que haya un mayor desgaste y más incidencias", apunta el dirigente sindical.
Inversión tardía y responsabilidades compartidas
Para Diego, el Ministerio de Transportes está intentando revertir la situación, aunque de forma tardía: "Lo que está haciendo ahora mismo es un esfuerzo inversor tremendo, pero que nosotros no veremos resultados hasta dentro de 5 o 10 años en el mejor de los casos. Esta planificación se tendría que haber hecho hace 15 años por diversos gobiernos y diversos responsables de todos los Ministerios".
En cuanto a responsabilidades, el secretario de SEMAF no duda en señalar tanto a Adif como a Renfe. "Las dos han fallado en esa planificación porque el material está muy envejecido. En lo que más hemos fallado es en el mantenimiento diario". La liberalización del sector ha añadido presión: "No se ha adecuado a ese uso más intensivo que le estamos dando ahora mismo. No puedes aumentar un 60% los tráficos y viajeros y tener unos espacios para lo que había antes, no lo que se necesita ahora. Eso se tenía que haber hecho antes del proceso liberalizador y no en medio". El resultado, advierte, es que "estamos ofertando un 160% de plazas de viajes de lo que había antes, pero con un 50% de capacidad, porque estamos actuando sobre esas infraestructuras, con lo cual el sufrimiento y la repercusión son dobles".
Viajeros y maquinistas, en primera línea
Cada incidencia se traduce en retrasos que dañan la imagen del servicio. "Lo que estamos haciendo es dar una mala imagen y perder ese índice de calidad que tenían todos los usuarios de la alta velocidad", reconoce Diego. Y el malestar no solo lo viven los viajeros: "Somos el único personal que está a bordo del tren y que al final tiene que lidiar con todas las situaciones de tensión y toda la crispación que tienen los viajeros".
El sindicato comprende la frustración de los usuarios. "Cuando tienes una incidencia y pasas 2 horas en plena vía sin ningún tipo de información, que muchas veces tampoco llega al propio personal que está dentro del tren, pues al final lo que hace es sufrir ese estrés diario y esa repercusión diaria de las incidencias. Pero lo que tiene que hacer es mejorar en los mecanismos, sobre todo de llegar a la información al personal que hay en el tren y, sobre todo, formar y prevenir".
Los maquinistas también sufren las consecuencias en su vida diaria: "Si un viajero quiere llegar a su hora, imagínese cualquier profesional cuando tiene que conciliar, cuando tiene que ir a su casa. Pues tiene también ganas de llegar a su hora y no sufrir retrasos semanales. Si una persona coge un tren un día a la semana, imagínese trabajar todos los días".
Un punto crítico para el ferrocarril
El panorama es preocupante. "Ahora mismo estamos en un punto crítico, puesto que estamos en el punto en el que o tomamos medidas o al final lo que vamos a conseguir es expulsar a los viajeros del ferrocarril, puesto que si cae la imagen, cae la calidad del servicio y al final el usuario deja de confiar en el medio ferroviario para hacer cualquier viaje o irse de vacaciones".
Por eso, la receta pasa por recuperar la confianza con mejoras visibles: "Lo que tenemos que hacer es mejorar el servicio, gestionar mejor las incidencias, puesto que ahora mismo es la única manera de paliar un poco la pérdida de calidad y que no abandonen el ferrocarril para otros medios como el coche o el avión".
Y concluye con un aviso claro: "Se están tomando algunas decisiones que pueden mejorar, sobre todo en coordinar las dos empresas públicas, que es lo principal, porque mueven el 90% de los viajeros de España. Renfe y Adif tienen que estar coordinadas. Y, sobre todo, la planificación: es un medio de logística y tiene que planificarse exquisitamente para que no haya repercusión si vas a hacer una obra en un determinado sitio y los viajeros no la sufran".
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