Mandarina, calabaza, curry y azafrán son los ingredientes de una de las mermeladas que produce una empresa de Zaragoza. Recetas originales que tienen el origen en los trucos de familia "mermelada de tomate ligeramente picante al whisky porque mi madre le echaba un chorrito a la salsa de tomate", revela Curro Fatás, artesano de mermeladas.
El gusto no es el único sentido importante para saborear los productos: "Le ponemos licor de vino tinto y añadimos clavo oloroso y cuando abres el tarro huele como a semana santa", explica Susana Azanzas otra de las artesanas de empresa.
La hay de pimiento rojo, de naranja amarga con chocolate, de cebolla con trufa negra. Las mermeladas van más allá de la tostada, la de kiwi, limón y un toque de tequila marida por ejemplo con el carpaccio de ternera "al que le va la pimienta y el sabor ácido como constraste". Otra opción es la ensalada con reducción de mermelada de pepino, una de las que más sorprenden. "Tenemos nuestro huerto y se nos ocurrió hacer una mermelada de pepino, lo probamos y salió una mermelada espectacular", cuenta Manuela Lisbona, propietaria de otra de las empresas que crean estos productos.
Equilibrios entre dulce y salado, juegos de texturas que van de las compotas de la abuela a las gelatinas que aunque en un primer momento causan rechazo, gustan cuando se prueban: "Luego cuando las prueban o cuando no se dice a los comensales lo que llevan, luego siempre les pica el gusanillo y quieren saber que era el sabor dulce de la receta", explica el cocinero Jorge Algarate.
Se realizan de forma artesanal y el único conservante es el azúcar. Lejos de la tostada del desayuno, las carnes, pescados y quesos nunca más estarán sólos en el plato.