Imagen de archivo de un bebé.

Publicidad

XX CONGRESO INTERNACIONAL DE NUTRICIÓN DE GRANADA

El crecimiento del bebé hasta los dos años repercute en sus nietos

El desarrollo del feto, el peso al nacer y el ritmo de crecimiento del bebé hasta que cumple dos años es fundamental para determinar su salud en el futuro e, incluso, la de sus hijos y nietos. El estudio Consortium on Health Orientate Reserach in Transitonial Societies (Cohorts) ha sido presentado hoy en el XX Congreso Internacional de Nutrición que se celebra en Granada con la participación de más setecientos ponentes que analizan los avances en investigación nutricional.

El profesor Reynaldo Martorell, de la Universidad de Emory en Atlanta (Estados Unidos), experto en nutrición internacional, ha explicado que se trata de un estudio "único" al contar con datos desde el nacimiento hasta la edad adulta de unas 7.000 personas de tres generaciones (desde los años 60 hasta la actualidad) de Brasil, Guatemala, Sudáfrica, Filipinas e India.

"El periodo de los mil días (desde el embarazo hasta que el niño cumple 2 años) es una fase muy importante del desarrollo humano y puede llegar a repercutir hasta la tercera generación", ha apuntado el profesor hondureño. Así, se ha constatado que lo saludable es que el niño tenga un crecimiento lineal que le permitirá de adulto mantener un peso adecuado, mayor estatura e incluso repercutirá en su rendimiento escolar y su desarrollo vital y social.

"En la cohorte de Guatemala existe relación con una mayor escolaridad, mejor rendimiento escolar y mejor profesión. Por tanto, en este caso, se asocia a indicadores que van a permitir que esa persona escape de la pobreza", según Martorell. Si la ganancia de peso es excesiva, también después de los 2 años, puede suponer un factor de riesgo para enfermedades no transmisibles como la obesidad, cardiovasculares, diabetes... Contar con datos de tres generaciones ha permitido relacionar la altura adulta de las abuelas con el peso al nacer y el crecimiento de sus hijos. Las abuelas de los países analizados suelen tener una estatura baja debido a la mala nutrición de su infancia y eso ha sido un claro indicador de retraso en el desarrollo de sus hijos y de sus nietos.

Por otra parte, también se ha analizado en la cita mundial de la nutrición de Granada el Proyecto Nutrición Temprana que investiga hasta qué punto influye en la salud del adulto lo que se come en los primeros años de vida y la predisposición a la obesidad. Este proyecto se puso en marcha en 2012 y se prolongará hasta 2017 financiado, en parte, por la Comisión Europea.

El coordinador del proyecto, el profesor Bert Koletzko de la Universidad de Munich (Alemania), ha destacado que este estudio persigue buscar estrategias para prevenir la enfermedad en una Europa con un población cada vez más envejecida. Una hipótesis de investigación es el exceso de aporte energético en el útero ya que una exposición excesiva del feto a la glucosa incrementa el riesgo de obesidad. "En el embarazo no hay que comer por dos, hay que pensar por los dos", ha indicado Koletzko quien asegura que un exceso de calorías no le proporciona al feto más nutrientes, al contrario, le faltan vitaminas. Hay ensayos que demuestran que el control de la dieta de la embarazada y la actividad física reduce en un 30% el riesgo de que el bebe nazca con sobrepeso, ha señalado.

También considera que un crecimiento muy rápido del bebé hasta los dos años genera en un 30 por ciento obesidad en la edad adulta. Asimismo, la lactancia materna reduce el riesgo de obesidad y en el caso de tener que recurrir a la leche de fórmula se recomienda aquella con menos contenido en proteínas. Los bebés que nacen con poco peso, a causa de la deficiente nutrición de la madre, como en la India, y luego engordan con leche de fórmula con abundancia de hidratos supone que el 40 por ciento sufrirán obesidad abdominal de mayores y por tanto riesgo de enfermedades cardiovasculares.

Publicidad